sábado, 31 de mayo de 2014

Podemos no es «Podemos»


Pablo Iglesias
El reciente triunfo electoral de un partido político de muy reciente creación, Ahora Podemos, liderado por el joven Pablo Iglesias (Madrid 1978); licenciado en Derecho y doctor en Ciencias Políticas, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y últimamente tertuliano frecuente de la televisión, una persona que comunica bien, se expresa bien e incluso tiene esa imagen de joven moderno, revolucionario, con afán de cambiar las cosas, lo cual es muy positivo.
Su discurso es ágil, veraz y concluyente, cuando se trata de denunciar todos aquellos males que nos acucian:
·        Corrupción y Casta
·        Injusticias
·        Desigualdades sociales
·        Abusos del poder
·        Neocapitalismo salvaje, etc.
Pero ya es menos creíble y menos contundente, cuando se trata de determinar como se lucha contra ello.
Para él todo pasa por quitárselo a los ricos para dárselo a los pobres, como un Robin Hood del siglo XXI, olvidando que también hay muchos ricos honestos, cuya riqueza les viene de su emprendimiento, esfuerzo y forma de vida. Y que en cambio otros, deciden ser pobres por su falta de estímulo ante la vida. Y aquí es donde se asentó uno de los principales motivos del fracaso del sistema marxista. No distinguir que el ser humano reacciona de formas diferentes ante acontecimientos similares. De forma que al restar la ilusión y considerar a todos igual, lo único que se incentiva es la holganza y la pobreza colectiva.
El Neocapitalismo, tan vigente ahora, tampoco es la solución. Premia a una clase social privilegiada y minoritaria, frente a una mayoría social. Estableciendo cada vez más diferencias entre unos y otros, convirtiendo el empleo en un privilegio y despreciando el valor del trabajo.
Por ello, hay que conseguir un sistema equitativo, socialmente sostenible, donde un empresario que contrata un empleado más, que le reporta un beneficio añadido, descuente de este una parte para gratificar al nuevo empleado, haciéndole participe del éxito de la empresa. Solo así, conseguiremos una sociedad más igual y más justa. Incentivar y motivar el trabajo. Que cada persona obtenga una recompensa en función de su disposición, de su esfuerzo y de su dedicación.
Podemos no es “Podemos”.

Podemos es:

1.     Atajar la corrupción con una Justicia independiente y eficaz.
2.     Dimensionar el sector público de acuerdo a las necesidades y no con los intereses de amigos y familiares.
3.     Dar al trabajo el valor que realmente tiene.
4.     Manejar las cuentas públicas con celo y diligencia.

Si se aplican estas cuatro sencillas reglas, la prosperidad, la solidaridad y el bien común están garantizados. Sin utopías marxistas, que lo único que han conseguido a lo largo de la historia, han sido millones de víctimas, falta de libertad, de progreso y de igualdad.





domingo, 25 de mayo de 2014

Algo está cambiando en España



Ya se han celebrado en España, las séptimas elecciones al Parlamento Europeo. Unas elecciones teñidas por esta crisis que asola a Europa y principalmente a algunos de sus países, entre los que nos encontramos.
Por ello en España, también se han tomado como un plebiscito sobre la actuación tan controvertida del gobierno de Mariano Rajoy. Que desde finales de 2011, tras el castigo sufrido por el PSOE, gobierna nuestra nación. Y lejos de cumplir lo prometido en su programa electoral, con aquel “..y hacer las cosas como Dios manda”, nos ha sumido en una desesperanza y en un incierto futuro.
La abstención generalizada, es la gran tendencia de este tipo de elecciones, según podemos ver en el gráfico. No así en España, si exceptuamos las dos últimas convocatorias, cuando se manifestaba un mayor interés.
Europa es para mí “un proyecto imposible”, y no por que no me guste el proyecto, sino por que las dificultades nacen con muchos factores naturales -idiosincrasia, cultura, lengua o historia, por citar algunos- que conllevan diferencias difícilmente salvables, como estamos viendo.
La idea es buena, pero tras muchos años de recorrido, vemos que estas dificultades se acentúan a medida que la Unión Europea aumenta el número de miembros y por lo tanto de diferencias. ¡Ojalá! esté equivocado, pero me temo que no.
Estas elecciones de hoy en España, nos han traído unos resultados, no por esperados, sorprendentes. Los dos principales partidos han tenido un fuerte varapalo. Diez partidos han conseguido representación, frente a los seis que tenían en 2009 o los cinco de 2004. La sorpresa más grande ha sido la irrupción de PODEMOS liderada por el joven Pablo Iglesias. En el lado contrario, VOX, del también joven Santiago Abascal, que no ha conseguido escaño alguno.

Todo apunta al fin de la hegemonía bipartidista, que ha protagonizado la dirección política en los últimos lustros.

Y llegó La Décima

Iker Casillas, alza la 10ª Copa de Europa
12 años han tenido que pasar, para que el Real Madrid, C.F. haya vuelto a ganar la Copa de Europa.
Queiroz, Camacho, García Remón, Luxemburgo, López Caro, Capello, Schuster, Ramos, Pellegrini y Mourinho, diez,  han sido los entrenadores que durante este tiempo han pasado por el club, desde aquella extraña salida de Vicente del Bosque, tras ganar la 9ª en el año 2002. Algo inexplicable y que solo su presidente Florentino Pérez, podría explicar.
Vicente del Bosque, años después, tras ganar la selección española su segunda copa de Europa con Luis Aragonés en 2008, llevó a la selección a ganar su primer mundial en 2010 y otra nueva copa de Europa, en 2012. La tercera para la selección. Toda una respuesta a una decisión controvertida e injusta. Cosas de Florentino y su visión mercantilista del futbol.
Florentino, llega al hotel
Iker Casillas, el mejor portero de la historia del club y quizá de la historia del futbol, es el único ´superviviente´ de aquella 9ª, que ayer como capitán del Real Madrid volvió a alzar la 10ª copa de Europa para su club.
Mucho ha costado esta décima Copa de Europa, aunque ya los tres últimos años se antojaba al alcance del club, pero no llegaba.
Ayer, llegó. En una final histórica en Lisboa, frente a otro gran club español y madrileño, el Atlético de Madrid. Que hacía 40 años, no tenía esa oportunidad y ayer tuvo al alcance de la mano, hasta el minuto 93. Minuto en el cual un gol de Sergio Ramos, forzó una prórroga que acabó decantando el partido y el título para el Real Madrid.
Alegría en el Atlético, tras el gol de Godín
4-1, fue el resultado final. Un resultado muy abultado para lo que realmente ocurrió en el terreno de juego. Donde un gol del Atlético de Madrid en el minuto 36, hizo soñar a la sufrida y ejemplar afición atlética durante casi todo el partido. Un descuento de 5 minutos, quizá muchos para lo ocurrido en el césped, acabó con ese sueño atlético, que ha llegado de la mano de ´Cholo´ Simeone, construyendo un equipo que sin duda ya es historia en el Atlético de Madrid. Y que sin lugar a dudas, todavía tiene mucho que decir.
La de ayer para mí, fue una victoria agridulce. Como madridista muy contento, pero como aficionado al futbol y madrileño, me quedó un cierto sabor amargo, al ver que todo el impresionante trabajo del Atlético de Madrid, se lo llevó la fortuna, en el tiempo de descuento.
¡Hala Madrid! y ¡Aupa Atleti!

viernes, 23 de mayo de 2014

Este es mi voto. Historia y razones.



Parlamento Europeo
Hace unos días, comenté en la red social Twitter que diría a quién votaría. Y lo voy a hacer ahora.
En el año 1977, creo recordar fueron las primeras elecciones, voté a Adolfo Suárez (). O sea, a UCD. Aquel partido surgido desde el gobierno de 1976, que pilotó la transición y que años después desaparecería tragado por “la ballena”, como diría “El arponero ingenuo”.
Este voto mío se repitió, en las diversas elecciones siguientes, que a partir de 1982, fue para la nueva formación liderada también por Suárez, el Centro Democrático y Social
Ya en 1996, por aquello del voto útil, mi voto fue para el Partido Popular, presidido entonces por José María Aznar. Voto que repetí en el año 2000, tras una legislatura interesante y dialogante. De aquel “Pujol enano habla castellano” a "hablar catalán en la intimidad”.
En 2004, absolutamente preocupado y decepcionado por una política arrogante y el desarrollo de una economía suicida (*), voté por primera vez al PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero. Algo que repetí en 2008 y 2011, tras esa ruín campaña de acoso y derribo emprendida por el Partido Popular de Mariano Rajoy. Algo que me indignó de tal manera, ya que sabiendo que la crisis no solo era doméstica e incubada por ellos entre 1999 y 2004, lejos de apoyar y buscar soluciones junto al gobierno, utilizaron todas las mentiras posibles, para inculpar al PSOE de lo que iba a ocurrir y desgraciadamente ocurrió.
Todo eran “palos en las ruedas”. No a la Reforma Laboral. No al incremento del IVA. No a la congelación de las pensiones o sueldos públicos. No a la venta de empresas públicas (AENA o Loterías). No a todo. Los españoles no les importaban. Solo les importaba tomar el poder como fuera y fue. Tuvo tal descalabro el PSOE, que mostró que el mensaje había calado en la sociedad. Zapatero tenía la culpa de todo.
Pero como las mentiras tienen “las patas muy cortas”, en el momento de tener responsabilidades de gobierno, se vieron abocados a defender lo que antes negaban: Reforma laboral más dura, subida del IVA más drástica, deducción de pagas a funcionarios, bajada real de pensiones, recortes en Sanidad y Educación, intento de venta de empresas públicas, etc. Sin que hasta la fecha se haya visto un verdadero dato de mejora, más bien lo contrario.
De buena gana me quedaría en casa. O incluso votaría a uno de los múltiples partidos que han surgido ante la situación creada. Pero en pro de un voto útil, como en 1996, mi voto será en esta ocasión para el Partido Socialista Obrero Español.
Que a decir verdad, ha aportado a nuestra sociedad desde 1977, un gran avance en modernidad y progreso. No olvidemos que ha gobernado 21 años, frente a poco más de 10 del Partido Popular.
Y que echando la vista atrás, tras aquella mayoría abrumadora que tuvo en 1982, se apartó de sus ideas marxistas, nos integró en la CEE, en la OTAN y en definitiva, en la llamada economía de mercado, que tampoco es ese ultraliberalismo que nos amenaza ahora.


(*) No soy adivino, pero mi afición por los números,  me mostraban una multitud de datos, que no podían traer nada bueno. Como así ocurrió. Una economía muy boyante, basada en la especulación inmobiliaria, en grandes inversiones de infraestructura civil, que tampoco se traducía en una mejora salarial de los profesionales del sector.

Todo muy raro o todo muy pactado.
 

sábado, 17 de mayo de 2014

Twitter, 2 varas de medir


Un triste y fatal suceso ocurrido en León hace unos días, ha vuelto a poner a la red social Twitter en el ojo del huracán. Todo, porque algunos comentarios van más allá de la crítica, del insulto o de las amenazas. Algo que viene ocurriendo desde siempre, no solo por el anonimato relativo que ofrece la red, sino también por que estas expresiones se oyen todos los días en la calle. Y Twitter no hace nada más que reflejar lo bueno y lo malo de la sociedad, de la calle. Solo hay que acudir a un partido de futbol, para oír los más salvajes comentarios. Sin que hasta la fecha, hayan merecido una atención especial.
Tuit con su autor detenido
Pero quizá en Twitter su “peor faceta” sea esa imposibilidad de moderar, censurar y dirigir sus comentarios. Si hoy la prensa, la radio y la tv, se ven sometidas a censura indirecta o autocensura, por medios proactivos como las subvenciones, la publicidad o la concesión de créditos, la red social, inmersa en la ley de la oferta y la demanda, no necesita de “apoyos especiales” en su singladura.
Tuit, sin responsabilidad alguna
Su alcance mundial, donde las noticias, los comentarios, las críticas o los chistes, se leen al mismo tiempo en Islandia o en Australia, en cuestión de segundos, ha puesto a Twitter en el objetivo de los gobiernos autoritarios y/o dictatoriales, donde no son bien recibidas las críticas. Y aprovechan cualquier derivada, para acometer un ataque a la red, penalizando comentarios, soeces e injustificables, pero que no dejan de ser eso, solo comentarios.
La imposibilidad de restringir la libre expresión, que en algunos casos es propia de botarates y energúmenos, no puede alterar la agenda legislativa de un gobierno demócrata, que debe de permanecer por encima de esas algarabías dialécticas, que no tienen más trascendencia que la que subjetivamente quiera darse.

Y es que no se pueden poner puertas al campo.

domingo, 11 de mayo de 2014

¡Es la hora de hablar!


Parlamento europeo
A nadie se le escapa, que la próxima cita electoral no tiene más trascendencia que la ratificación o el rechazo de la política que conocemos. Algo que no es baladí.
Ya han pasado bastantes años desde aquellos iniciales momentos de la crisis que vivimos y tenemos suficientes argumentos para decidir. Porque decidamos o no, seremos los máximos responsables del resultado que en las urnas se produzca.
El partido ganador, con independencia de la mayor o menor participación, considerará su victoria como un refrendo a su acción. Ya sea en labores de gobierno o de oposición.
Así tenemos que las actuales encuestas hablan de una participación del 40%, muy lejos de los mínimos necesarios para conocer el verdadero sentir de la opinión pública y que este fuese válido éticamente.
Hoy, con todos los defectos habidos y por haber, las grandes decisiones se toman en Europa. Y más concretamente el eje franco-alemán, capitaneado por François Hollande y Ángela Merkel.
Todos sabemos y recordamos la premura que en su momento tuvo aquella reforma constitucional del artículo 135 en septiembre de 2011, que bajo el concepto de estabilidad presupuestaria priorizaba el pago de la deuda pública.
Y es por ello que no nos podemos abstraer a la realidad, tal que el avestruz que esconde su cabeza para no ser visto.
El otro día tuve la ocasión y el placer de acudir a la presentación del libro «La desventura de la libertad» de Pedro J. Ramírez, en El Ateneo de Madrid. No era un acto político, aunque hubiera políticos en su presentación. Era un acto puramente comercial, pero no por ello dejaba de ser interesante y profundo lo que allí se dijo.
Así, en el discurso del autor, que huía de cualquier similitud con la actualidad y solo se refería a que lo narrado era historia, entresaco este párrafo que nos hace muy difícil evadirnos de la realidad:

“Porque si en medio de cuanto es inaceptable -la corrupción, el paro, la mordaza, el saqueo fiscal, la falsificación del principio de representación...- preferimos dejarnos llevar, si incurrimos en la parálisis y el conformismo estéril, estaremos abocando a los españoles del futuro hacia una nueva desventura de la libertad.”


Muchos movimientos ciudadanos se han puesto en pie para establecer una nueva o tercera vía. Así junto a la UPyD de Rosa Díez, cada vez más consolidado, aparece Vox, el partido de Alejo Vidal Quadras y Santi Abascal, una escisión del Partido Popular, descontenta con sus incumplimientos y forma de actuar en estos casi tres años de gobierno. Antes ya había surgido el partido Sociedad Civil y Democracia, ahora presidido por María Jamardo, que no se presenta en esta ocasión y concentra todas sus fuerzas y mensajes para las citas electorales del próximo año. Un partido que quiere desde, por y para la sociedad civil, rescatar la soberanía, hoy secuestrada.
También Ciutadans, el partido de Albert Rivera, coge cada vez más protagonismo. Y no podemos olvidar al partido Movimiento RED, que encabezado por el juez Elpidio José Silva, representa la lucha de la sociedad contra una justicia dependiente del poder político y contra la corrupción.
El Partido X, otra Red Ciudadana que lidera Hervé Falciani, que hace de la lucha contra la corrupción política, su máxima expresión.
Así que toda opción es válida, pero en esta ocasión no nos podemos quedar en casa, esperando que otros nos resuelvan la papeleta. Hay que ir a votar. Votar en conciencia y asumir la responsabilidad del resultado. De lo contrario se garantiza más de lo mismo, con la total cobertura legal que otorgan las urnas.
¡Es la hora de hablar!

sábado, 3 de mayo de 2014

«Vente a España, Mohamed»

Este es el drama de una inmigración engañada.

Con esto no quiero decir que hayan venido o vengan engañados. Muchos inmigrantes necesitan pocos alicientes para dejar su tierra en búsqueda de una mejor vida. Algo que en sus países de origen no encuentran.

El engaño se produce cuando se les contrata, con salarios a la baja, que a su vez producen un efecto similar en sueldos ya establecidos.

Trabajando yo allá por el año 2001-2003, en la construcción de una de las autopistas radiales de Madrid, me dirigí al responsable de transportes de la empresa especializada, para advertirle que con 5 ó 6 camiones era suficiente para subir el aglomerado asfáltico desde la planta en Alcorcón hasta su destino, cerca de Navalcarnero. Pero que el recorrido lo debía de hacer por la A-5. Cual fue mi sorpresa cuando me dijo que no, que iría por la traza en construcción. Ante mi insistencia e incomprensión, al final se explicó: "Los conductores no tenían el permiso legalizado". Más tarde me enteré que además cobraban 900 euros, en vez de los 1.800 que cobraba un conductor con los documentos en regla. Sirva este ejemplo, para hacerse una idea de muchas cosas ocurridas.
Durante la burbuja económica, 1999 a 2008, nuestra economía basada en la construcción y en el crédito fácil, requería de una cantidad ingente de mano de obra, barata y sumisa, cuya mejor fuente de aprovisionamiento era la procedente de países llamados del tercer mundo. Muchos españoles de naturaleza, rechazaban empleos en el sector servicios. Hasta la prostitución se tiñó de personas extranjeras, desapareciendo las de origen español. ¡Que mejor ejemplo!
Nuestra población activa a finales de 2001 era algo superior a 18 millones. A finales de 2011, superaba los 23 millones. Así, el número de residentes extranjeros pasó de 1,11 millones a 5,25 millones. Un crecimiento del 373,49%, según el INE.
Así que esos mismos empresarios que los trajeron, después los dejaron tirados, una vez que con ellos habían obtenido el beneficio previsto.

Y ese ha sido el problema y no otro. ¿Responsables? Ninguno, como suele ser habitual, en esta España nuestra.