sábado, 30 de julio de 2016

Autoritarismo y democracia



Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta en funciones
Si algo distingue un régimen democrático de un régimen autoritario o dictatorial es la elaboración y promulgación de leyes justas que ordenan la convivencia así como el cumplimiento ineludible de las mismas por todos los que forman el Estado, como una comunidad organizada, sin distinción o privilegio alguno.
Todos los días estamos viendo y oyendo como el régimen presidencialista de Nicolás Maduro en Venezuela, por citar un ejemplo conocido, ningunea a la nueva asamblea surgida en las elecciones del pasado mes de diciembre, llevándonos las manos a la cabeza, ¡qué horror!
Viene esto a colación porque en los últimos tiempos un “exceso de interpretación” de las leyes por parte de algún político está poniendo en solfa los pilares fundamentales de nuestra sociedad.
Si no hace mucho tiempo, marzo-16, que el gobierno del Sr. Rajoy comunicaba oficialmente al Congreso que se negaba a ser sometido a control parlamentario mientras esté en funciones, ahora tras las nuevas elecciones y ser propuesto como candidato a la presidencia del gobierno por S.M. el Rey Felipe VI, una serie de declaraciones ambiguas, en las que mantiene que a lo que realmente se ha comprometido es a intentar formar Gobierno y, en consecuencia, hacer todo lo posible para recabar los apoyos necesarios. Nada más.
La investidura queda “para otro momento procesal que afecta a las dinámicas parlamentarias”.
Notificación de La Casa Real
Así pues dicho esto, la vicepresidenta Soraya nos ha soltado otra frase para la historia: "La coherencia personal y política está antes que la coherencia jurídica", con lo cual nos despeja todas las dudas sobre el objetivo real del actual presidente en funciones: aferrarse al cargo ya sea en funciones o apelando al discurso alarmista y catastrofista, bloqueando los plazos legales para la convocatoria de unas terceras elecciones, si es que como parece no se echa a un lado y deja que otro compañero o compañera lo intente. El Sr. Rajoy es ya “un cadáver político” aunque se le quieran mantener las constantes vitales en esa UCI política en que se ha convertido el Partido Popular.
La interpretación interesada por tanto que hacen del artículo 99.2 de la Constitución Española de 1978, no puede ser más interesada y torticera.
Cuando tras las elecciones de diciembre de 2015, Mariano Rajoy declinó la propuesta del rey Felipe VI y cayó la designación en Pedro Sánchez del PSOE, se apresuraron las huestes del Partido Popular en fijar plazo y fecha para la sesión de investidura.
Y ahora ya ven ustedes, hacen de España su cortijo. Dejando la labor e imagen del Congreso como si de una reunión formal o protocolaria se tratase y que todo se pacta o no, en bares, restaurantes u otros sitios de ocio. ¡De pena! ya no dan ni ejemplo.

miércoles, 13 de julio de 2016

Buscando apoyos...desesperadamente



M. Rajoy en su rueda de prensa, tras recibir a P. Sánchez
Hoy Mariano Rajoy se ha entrevistado con Pedro Sánchez con vistas a obtener, al menos, su abstención en una hipotética, aún, sesión de investidura.
Hasta la fecha no ha recabado un solo voto más de los que aporta el Partido Popular, 137, insuficientes para salir airoso. Tan solo Coalición Canaria (1) y el PNV (5) han dejado un cierto halo de misterio en virtud de lo que vaya aconteciendo.
Ciudadanos que en un principio no apoyaría a Rajoy, cambia ahora y propone su abstención en una segunda sesión de investidura. Pero para ello es necesario que se produzca la primera sesión. Algo que en estos momentos está muy en el aire.
Por su parte el PSOE dice no, "a día de hoy". ¿Y mañana?
Difícil intuir lo que pueda ocurrir. La política es como es.

Radical cambio de Rajoy del 12 de febrero al 13 de julio.
El PSOE no puede apoyar por activa o por pasiva una investidura de Mariano Rajoy. Sería su final. El triunfo de Rajoy sería la derrota, no solo de Sánchez, sino del PSOE. Con lo que cualquier intento de formar gobierno sería prácticamente imposible. Requeriría de al menos 7 votos más, siempre que Ciudadanos vote que sí, de los cuales al menos uno debería de provenir de Bildu, Unidos Podemos, ERC o CDC, es decir, imposible.
La ecuación pues es de difícil resolución. Solo si se hiciese un cambio de variable, se podría dar con la solución correcta. Y este cambio de variable es Mariano Rajoy. Empeñado en no ser el primer presidente no reelegido puede convertirse en el primer presidente censurado y cesado, si es que por alguna circunstancia no prevista lograse superar su investidura, cosa que dudo.


Si yo tuviera la seguridad de que era imposible que me eligieran, yo tendría que hacer una reflexión…y los demás también
M. Rajoy 13-jul-2016



No podemos tampoco olvidar que hay un Congreso del Partido Popular, pendiente, que pronto cumplirá dos años. Un Congreso que podría significar el final del “reinado de Rajoy” en su partido, a poco que este se haga abierto y democrático. Son más las voces que le censuran que las que le ensalzan. Y él lo sabe.

sábado, 2 de julio de 2016

Sentido de Estado



Ya tenemos otra vez a nuestro presidente en funciones acusando a los demás. En esta ocasión a Pedro Sánchez y Albert Rivera de no tener sentido de Estado. Claro que para él todo pasa por que le apoyen en una sesión de investidura que cada vez se ve más complicada.
Cuando en 2008 arreció la crisis internacional, su actitud fue de desestabilización del gobierno, de acusar a Zapatero de ser el único responsable de lo que estaba ocurriendo, de boicotear todas las medidas que se trataban de implementar para paliar la crisis con el único objetivo de derrocar al gobierno del PSOE. Poco le importaba el crecimiento del desempleo, los desahucios y la recesión cada vez más acusada. Prometía lo que años después vimos como incumplió sin el más mínimo sonrojo. Fue la legislatura de las trolas, 2011-2015. El desempleo creció hasta límites nunca vistos, la deuda pública igual, el déficit público se incumplió sistemáticamente, se vació la caja de las pensiones, se alentó el animo independentista y se dio alas para un resurgir del partido comunista que milagrosamente no triunfó el pasado día 26 de junio.
Tras las elecciones del 20 de diciembre, con 123 diputados, fue también incapaz de apoyar el llamado pacto del abrazo, entre Rivera y Sánchez, que sumaba 130 diputados, declinando previamente el mandato del rey para tratar de formar gobierno: una deserción en toda regla. Y ahora apela al sentido de Estado, sin ni siquiera contemplar la posibilidad de que otro candidato de su partido le suceda. Algo que sin duda facilitaría mucho las cosas, incluso teniendo que ir a unas terceras-y vergonzosas-elecciones.
Estamos ante un hombre cuya vanidad y arrogancia le impiden tener claridad de pensamiento. Se arroga a su persona los votos de su partido, obviando que otro candidato o candidata hubiesen sacado a buen seguro muchos más votos. Dirige el partido con mano férrea, cualquier disidencia es cortada de raíz. Impide la convocatoria de un congreso que ya tenía que haberse producido. Tiene miedo a la democracia. A la libre expresión. Ha llevado a su partido a ser imputado por prácticas poco ortodoxas. Ha visto como en los últimos años figuras destacadas de su partido han sido detenidas, puestas a disposición judicial y encarceladas, sin que de sus labios haya salido el más mínimo sentimiento de responsabilidad. Todo es ajeno a él. Desde Bárcenas hasta Fernández Díaz, pasando por Fabra, Barberá, Granados, Matas, Soria o Rato.
Todo un currículo que la historia no dejará de poner en el lugar que se merece: el presidente más nefasto de nuestra reciente historia de España, cuyo sentido de Estado no es que no lo tenga, es que no sabe lo que es.