Ya se
han celebrado en España, las séptimas elecciones al Parlamento Europeo. Unas
elecciones teñidas por esta crisis que asola a Europa y principalmente a
algunos de sus países, entre los que nos encontramos.
Por ello
en España, también se han tomado como un plebiscito sobre la actuación tan
controvertida del gobierno de Mariano Rajoy. Que desde finales de 2011, tras el
castigo sufrido por el PSOE, gobierna nuestra nación. Y lejos de cumplir lo
prometido en su programa electoral, con aquel “..y hacer las cosas como Dios manda”, nos ha sumido en una
desesperanza y en un incierto futuro.
La
abstención generalizada, es la gran tendencia de este tipo de elecciones, según
podemos ver en el gráfico. No así en España, si exceptuamos las dos últimas
convocatorias, cuando se manifestaba un mayor interés.
Europa es
para mí “un proyecto imposible”, y no por que no me guste el proyecto, sino por
que las dificultades nacen con muchos factores naturales -idiosincrasia,
cultura, lengua o historia, por citar algunos- que conllevan diferencias
difícilmente salvables, como estamos viendo.
La idea
es buena, pero tras muchos años de recorrido, vemos que estas dificultades se
acentúan a medida que la Unión Europea aumenta el número de miembros y por lo
tanto de diferencias. ¡Ojalá! esté equivocado, pero me temo que no.
Estas
elecciones de hoy en España, nos han traído unos resultados, no por esperados,
sorprendentes. Los dos principales partidos han tenido un fuerte varapalo. Diez
partidos han conseguido representación, frente a los seis que tenían en 2009 o
los cinco de 2004. La sorpresa más grande ha sido la irrupción de PODEMOS
liderada por el joven Pablo Iglesias. En el lado contrario, VOX, del también
joven Santiago Abascal, que no ha conseguido escaño alguno.
Todo
apunta al fin de la hegemonía bipartidista, que ha protagonizado la dirección
política en los últimos lustros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario