domingo, 22 de marzo de 2020

Estado de alarma (2ª parte)

Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España
Tras el discurso de ayer del presidente del gobierno, discurso que por supuesto no entendí a que venía o qué pretendía, hoy ha trascendido a los medios que en la conferencia telemática con los presidentes autonómicos les ha anticipado una prórroga de 15 días del Estado de Alarma. Ayer por cierto nos dijo que lo peor estaba por venir, algo que tampoco entendí muy bien. Así que hemos pasado de quitarle importancia a la amenaza del virus hace poco más de dos semanas a pronosticar lo peor. Inexplicable en alguien cuya responsabilidad política va más allá de los intereses partidistas y electorales. Creo que a un presidente del gobierno hay que exigirle, sobre todo, dos premisas. Una, que no mienta y dos, que no alarme innecesariamente. La actual situación ya es de por si grave como para lanzar además pronósticos devastadores.
Yo, personalmente, creo que la situación tiende a remitir. Ello no implica que el máximo de afectados directos no siga creciendo hasta que se vaya extinguiendo la propagación. Las actuales medidas de aislamiento en la sociedad contribuirán a ello acertadamente.
Tasa de propagación en %. (Clic para ampliar)
Desde el gobierno lo que hay es que continuar trabajando para que las necesidades básicas; alimentación, farmacia, distribución, comunicación, energía, etc. sigan siendo aseguradas. Ello supone que muchos ciudadanos deben además de seguir, no una vida laboral normal sino un incremento de la carga de trabajo muy notable, con una mayor exposición al riesgo. Y a estos es a los que se les debe de corresponder adecuadamente cuando toda esta pesadilla se haya pasado. De su entrega y solidaridad nos estamos beneficiando millones de personas. Hay que ir pensando como nos distribuimos entre todos este gasto extraordinario que ahora la sociedad está afrontando. Y así demostrar también nuestro agradecimiento a su esfuerzo y entrega. No olvidemos que en estas circunstancias también “trabajan” esos personajes codiciosos que siempre ven oportunidad de enriquecerse en cualquier situación, por grave que sea. A estos, nuestro desprecio y nuestra denuncia.
Guardemos la calma y sigamos todos y cada uno de nosotros las medidas socio-sanitarias que desde las instituciones y organismos oficiales nacionales e internacionales no politizados recomiendan.


lunes, 16 de marzo de 2020

Keep calm


La irrupción de esta pandemia provocada por el denominado Covid-19, originado en Wuhan (China), ha despertado la alarma mundial. Multitud de países, entre ellos España, han tomado medidas drásticas para tratar de contener la propagación del virus.
Ninguno de los que actualmente vivimos podemos recordar algo similar. Es decir, nos enfrentamos a una situación nueva que habrá que gestionar desde la calma y la racionalidad. Muchos son los gurús que están pronosticando una dura recesión, un aumento del desempleo brutal, etc. etc. Algo que no debiera de ser así. Solo hay una paralización o ralentización del ritmo actual de vida, que si todo va bien en pocas semanas habrá quedado en el recuerdo, un mal recuerdo. Más en aquellas familias que lo hayan sufrido más de cerca con la pérdida de algún familiar. Si de las guerras, mucho más destructivas, se sale más fuerte, ¿no vamos a salir del ataque de un virus patógeno?
Yo, de momento, lo único que veo es una pérdida de riqueza. Nada que no se pueda recuperar, salvo la vida de los fallecidos. Por eso es muy importante que quien tiene responsabilidades políticas esté a la altura de la situación y que evite sobre todo el aprovechamiento de esos buitres que utilizan cualquier ocasión, por dramática que sea, para aumentar su riqueza, o las tentaciones nostálgicas de esos neo-comunistas que ven en la actual coyuntura el modelo ideal para aplicar sus métodos y teorías tantas veces fracasadas y que tantas muertes causan y causaron. Más que cualquier otra pandemia conocida. No lo olvidemos.

Hay que recuperar la normalidad cuanto antes. Con ella se recuperará la demanda, el consumo y el crecimiento ordenado. La vida sigue. El mundo es finito. Pérdidas de hoy pueden y deben convertirse en beneficio futuro si se actúa con honestidad y sin codicia. El mundo todavía no se acaba, al menos eso espero.
Concluyendo, es el momento de la solidaridad, el momento del apoyo del que más tiene al que menos tiene, el momento de invertir en futuro, en personas, en la sociedad que somos todos. Y desde la sociedad responder con tesón, con esfuerzo y con trabajo este reto que se nos ha presentado de forma trágica e imprevista y que no debemos permitir que nos altere la vida más allá de un reducido tiempo. La energía está en nosotros y esta, ya saben, ni se crea ni se destruye…solo se transforma. ¡Hagámoslo!