sábado, 18 de diciembre de 2021

Crisis energética 2021

Casi 40 años después de aquella crisis originada por el petróleo, tenemos otra encima difícil de cuantificar ahora sus efectos.

La energía eléctrica por la utilización de centrales térmicas y combinadas, el pago de emisiones de CO2 junto al encarecimiento del gas por cuestiones geoestratégicas con Rusia y el Magreb como protagonistas, han conducido a la economía a una tensión inflacionista que aun no sabemos cuando parará.

Vladimir Putín, presidente de Rusia

No hace mucho, el presidente ruso V. Putín con gran ironía y una cierta sonrisa burlona se refería a la situación creada en el mundo occidental con las siguientes palabras: “¿Con que se van a calentar entonces…con leña?”.

Las restricciones puestas en cuanto a la emisión de CO2, la mala imagen proyectada de las centrales nucleares o las innumerables exigencias medioambientales a la industria, todas ellas alentadas por organizaciones como “GREENPEACE” y otras similares, que también tienen al petróleo en sus objetivos, con la idea de que en unos años también deje de utilizarse como fuente de energía, son acogidas con gran entusiasmo por los actuales políticos y esa parte de la sociedad que con gran hipocresía se aprovechan del bienestar que producen estas fuentes energéticas y sin ser conscientes, o igual sí, de donde podemos llevar a la humanidad, jalean con orgullo su militancia en la defensa del medio ambiente, olvidando que la Naturaleza es más poderosa que todo lo que se haga en su contra o en su favor. No podemos olvidar que esas organizaciones que defienden el desmantelamiento energético actual, nunca actúan en Rusia o en China, siempre es en el llamado mundo occidental.

Si a esto añadimos la intención de los bancos centrales (EE.UU, Europa, Reino Unido y Japón) de incrementar los tipos de interés y reducir la compra de deuda pública, nos vemos enfrentados a un horizonte confuso, sin visibilidad.

Cierto es también que todavía seguimos pagando los excesos financieros de la crisis de 2008,  cuyos demoledores efectos han llevado a múltiples países de vanguardia a un endeudamiento irracional y nada sostenible, pero “resiliente”. Hoy el conjunto de países de referencia son más pobres que hace veinte años en términos absolutos, aunque se pretenda hacer ver lo contrario y crear falsas expectativas.

Si nos fijamos en España, que es donde vivimos, vemos que los salarios y los empleos han perdido calidad. La falta en estos veinte años de políticas pragmáticas y eficaces, no partidistas ni interesadas, han llevado a nuestra juventud a tasas de desempleo vergonzosas. Y es la juventud la que está en la línea del frente para revertir la situación. Algo difícil, hoy por hoy.

Po último quiero también mencionar la pérdida de calidad de la enseñanza en todas sus fases, desde la inicial a la universitaria. Es decir, si además no cuidamos algo tan importante como es la formación de nuestros jóvenes, creamos leyes que favorecen la falta de atención e interés por aprender, poco podemos esperar ya.

España, el mundo también, necesita de líderes honestos, comprometidos, capacitados y eficaces, de lo contrario nos acercaremos cada vez más a una salida nada recomendable. ¡En nuestras manos está!