martes, 22 de marzo de 2022

Una guerra innecesaria

Ninguna guerra es necesaria, puede ser inevitable, pero nunca necesaria. Y en este caso era perfectamente evitable. Hablo de la invasión, por el ejército ruso, de Ucrania. Aclarado el titular, paso a exponer mi razonamiento.

La OTAN (Organización del Tratado del Atlantico Norte) o NATO por sus siglas en inglés, es una organización creada en 1949 por EE.UU., Canadá y diversos países europeos; entre ellos, Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo y el Reino Unido que un año antes habían firmado el Tratado de Bruselas, con el que creaban una alianza militar, tras la II Guerra Mundial y ante la política de expansión soviética, que años más tarde formó el denominado Pacto de Varsovia (1955).

Las tensas relaciones entre los dos bloques dieron lugar a la llamada “guerra fría” que tras el liderazgo de M. Gorbachov (1985-1991) finalizó con el derrumbe de la U.R.S.S., la caída del muro de Berlín y la unificación de Alemania.

Fueron años intensos, donde se estableció un nuevo orden internacional, liderado por EE.UU. y su modelo capitalista, sin antagonismo alguno. Modelo este que se vio también cuestionado en parte tras la crisis de 2008, cuyos efectos aun perduran. Fueron años donde el capitalismo salvaje – Neoliberalismo- impuso sus reglas. Mientras emergía una nueva potencia económica –y militar- China, cuyo régimen comunista adoptó como válidas algunas prácticas del mundo capitalista en cuanto al libre mercado se refiere. 


La expansión de la OTAN hasta la frontera de Rusia, incorporando países que habían estado anteriormente en el Pacto de Varsovia o formando parte de la propia U.R.S.S. ha sido el detonante o motivo de la invasión de Ucrania por Rusia, al negarse EE.UU. a cualquier tipo de consideración al respecto e incluso “flirteando” con Ucrania para su incorporación a la OTAN. Algo para mi innecesario y provocador, si se sabe que enfrente hay alguien que no dudará en utilizar todos los medios a su alcance para afirmarse en su posición. En Rusia, hoy por hoy, no hay un sistema democrático. Es una autocracia ejercida por Vladimir Putin, un personaje aparentemente frío, insensible y calculador.

En las guerras se ve lo peor y lo mejor del ser humano. Es la ocasión más oportuna para ver el bien y el mal enfrentándose. Las informaciones y desinformaciones de unos y otros contendientes, nos están mostrando la vileza humana y la capacidad de hacer daño. Y, como no, la de aquellos que lo ven como una oportunidad de enriquecerse. También estamos viendo la solidaridad, el trabajo, el esfuerzo y la entrega desinteresada de otros muchos, para paliar este sufrimiento innecesario, en la medida de lo posible.

La responsabilidad y culpabilidad de todo lo que está ocurriendo tiene un nombre: Vladimir Putin. Sin duda alguna. Pero también un siniestro personaje, como es Joe Biden, el actual POTUS, debe de llevar en su conciencia, si la tiene, el sufrimiento y horror causados a millones de personas, sin necesidad alguna. Poniendo en serio riesgo la paz del mundo, por una simple demostración de ego y de poder. Por una "cuestión de huevos", que diría un castizo.

sábado, 5 de marzo de 2022

60 años después: "Crónica de una guerra anunciada"

A mediados de octubre de 1962 los Estados Unidos de América descubrieron en Cuba unas rampas de lanzamiento de misiles nucleares soviéticos. El objeto era disuadir a los EE.UU. de cualquier intento de invadir Cuba.

Cuba, entonces, acababa de hacer la revolución y derrocado la dictadura de Fulgencio Batista (1901-1973). El gobierno revolucionario presidido por Fidel Castro (1926-2016) instauró un régimen marxista-leninista, encontrando su gran aliado en la Unión Soviética. Cuestión esta que alertó aun más, si cabe, a los EE.UU., ya que Cuba se convertía así en la primera nación comunista del continente americano, a escasos 500 km. de Miami (EE.UU.).

Anteriormente, en 1961 con Dwight Eisenhower como presidente de EE.UU., se habían roto relaciones con Cuba.

Descubiertas las plataformas de misiles, siendo presidente John Kennedy, se estableció un bloqueo naval alrededor de las islas para impedir el acceso de barcos soviéticos, algo que no gustó al entonces presidente de la URSS, Nikita Jrushchov (1894-1971) que lo consideraba una agresión. Tras alguna escaramuza y ante la perspectiva de que se iniciase una nueva guerra, las negociaciones diplomáticas tuvieron éxito y a finales de octubre se llegó al acuerdo de retirar las rampas de lanzamiento de Cuba, mientras que los EE.UU. harían lo propio con las bases de la OTAN en Turquía y se comprometían a no apoyar una invasión de Cuba.

Fueron dos largas semanas que tuvieron al mundo en jaque ante la eventualidad de una guerra, ya con armas nucleares, pocos años después de finalizar la segunda guerra mundial (1939-1945).

Hoy en el mundo vivimos una situación parecida y más crítica. Rusia, presidida por Vladimir Putin (1952- ), invadió Ucrania el pasado día 24 de febrero. Putin advirtió que cualquier intento por parte de la OTAN de intervenir en el conflicto sería respondido con todo su poderío militar y que no habría ganadores. Un conflicto que tiene su origen muchos años atrás, tras lo que se conoció como el fin de la “guerra fría”, tras el desmembramiento de la URSS en 1990.

Desde entonces la OTAN no ha dejado de expandirse, incorporando países del antiguo Pacto de Varsovia, antagonista de la OTAN, hasta situarse en las fronteras de la hoy Federación de Rusia.

Ya en 2014 hubo una situación parecida a la que hoy vivimos, con la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia, así como el apoyo a las regiones de Donetsk y Lugansk, al este de Ucrania. Otra crisis que no cerró bien.

Así pues, el abandono de la negociación diplomática y esta nueva invasión por parte de Rusia, que si bien es cierto se ha sentido ninguneada por EE.UU. y Europa al no atender sus reclamaciones, han puesto nuevamente al mundo en jaque ante la posibilidad de un conflicto cuyas consecuencias pueden ser tremendas y devastadoras. Un verdadero Apocalipsis, diría yo.

Hoy Putin ha perdido toda la razón que podía tener al invadir Ucrania y abandonar las negociaciones. Convirtiéndose así en un criminal de guerra.

Vivimos tiempos difíciles, con políticos de bajo perfil; Joe Biden (EE.UU.), Emmanuel Macron (Francia), Boris Jhonson (U.K.) u Olaf Scholz (Alemania), que no han sabido o no han querido atender unas, entonces, reclamaciones justas y razonables.

Ahora cualquier solución que llegue, si llega, sería tras numerosas víctimas y daños innecesarios, que se podían haber evitado. Algo que los citados llevarán en su debe para La Historia.