sábado, 3 de mayo de 2014

«Vente a España, Mohamed»

Este es el drama de una inmigración engañada.

Con esto no quiero decir que hayan venido o vengan engañados. Muchos inmigrantes necesitan pocos alicientes para dejar su tierra en búsqueda de una mejor vida. Algo que en sus países de origen no encuentran.

El engaño se produce cuando se les contrata, con salarios a la baja, que a su vez producen un efecto similar en sueldos ya establecidos.

Trabajando yo allá por el año 2001-2003, en la construcción de una de las autopistas radiales de Madrid, me dirigí al responsable de transportes de la empresa especializada, para advertirle que con 5 ó 6 camiones era suficiente para subir el aglomerado asfáltico desde la planta en Alcorcón hasta su destino, cerca de Navalcarnero. Pero que el recorrido lo debía de hacer por la A-5. Cual fue mi sorpresa cuando me dijo que no, que iría por la traza en construcción. Ante mi insistencia e incomprensión, al final se explicó: "Los conductores no tenían el permiso legalizado". Más tarde me enteré que además cobraban 900 euros, en vez de los 1.800 que cobraba un conductor con los documentos en regla. Sirva este ejemplo, para hacerse una idea de muchas cosas ocurridas.
Durante la burbuja económica, 1999 a 2008, nuestra economía basada en la construcción y en el crédito fácil, requería de una cantidad ingente de mano de obra, barata y sumisa, cuya mejor fuente de aprovisionamiento era la procedente de países llamados del tercer mundo. Muchos españoles de naturaleza, rechazaban empleos en el sector servicios. Hasta la prostitución se tiñó de personas extranjeras, desapareciendo las de origen español. ¡Que mejor ejemplo!
Nuestra población activa a finales de 2001 era algo superior a 18 millones. A finales de 2011, superaba los 23 millones. Así, el número de residentes extranjeros pasó de 1,11 millones a 5,25 millones. Un crecimiento del 373,49%, según el INE.
Así que esos mismos empresarios que los trajeron, después los dejaron tirados, una vez que con ellos habían obtenido el beneficio previsto.

Y ese ha sido el problema y no otro. ¿Responsables? Ninguno, como suele ser habitual, en esta España nuestra.

1 comentario:

  1. Un aspecto que muchos conocimos y pocos reconocen. Como dice el evangelio Lucas 16 “(…) la riqueza de maldad.

    ResponderEliminar