Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta en funciones |
Todos los
días estamos viendo y oyendo como el régimen presidencialista de Nicolás Maduro en Venezuela, por citar
un ejemplo conocido, ningunea a la nueva asamblea surgida en las elecciones del
pasado mes de diciembre, llevándonos las manos a la cabeza, ¡qué horror!
Viene
esto a colación porque en los últimos tiempos un “exceso de interpretación” de las leyes por parte de algún político
está poniendo en solfa los pilares fundamentales de nuestra sociedad.
Si no
hace mucho tiempo, marzo-16, que el gobierno del Sr. Rajoy comunicaba oficialmente al Congreso que se negaba a ser
sometido a control parlamentario mientras esté en funciones, ahora tras las
nuevas elecciones y ser propuesto como candidato a la presidencia del gobierno
por S.M. el Rey Felipe VI, una serie
de declaraciones ambiguas, en las que mantiene que a lo que realmente se ha
comprometido es a intentar formar Gobierno y, en consecuencia, hacer todo lo
posible para recabar los apoyos necesarios. Nada más.
La investidura queda “para otro momento procesal que afecta a las dinámicas parlamentarias”.
La investidura queda “para otro momento procesal que afecta a las dinámicas parlamentarias”.
Notificación de La Casa Real |
Así pues
dicho esto, la vicepresidenta Soraya
nos ha soltado otra frase para la historia: "La coherencia personal y política está antes que la coherencia jurídica",
con lo cual nos despeja todas las dudas sobre el objetivo real del actual
presidente en funciones: aferrarse al cargo ya sea en funciones o apelando al
discurso alarmista y catastrofista, bloqueando los plazos legales para la
convocatoria de unas terceras elecciones, si es que como parece no se echa a un
lado y deja que otro compañero o compañera lo intente. El Sr. Rajoy es ya “un cadáver político”
aunque se le quieran mantener las constantes vitales en esa UCI política en que
se ha convertido el Partido Popular.
La
interpretación interesada por tanto que hacen del artículo 99.2 de la
Constitución Española de 1978, no puede ser más interesada y torticera.
Cuando
tras las elecciones de diciembre de 2015, Mariano
Rajoy declinó la propuesta del rey Felipe
VI y cayó la designación en Pedro Sánchez
del PSOE, se apresuraron las huestes del Partido Popular en fijar plazo y fecha
para la sesión de investidura.
Y ahora
ya ven ustedes, hacen de España su cortijo. Dejando la labor e imagen del
Congreso como si de una reunión formal o protocolaria se tratase y que todo se
pacta o no, en bares, restaurantes u otros sitios de ocio. ¡De pena! ya no dan
ni ejemplo.
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