Albert Rivera, el hombre clave |
A millones de españoles, sin ningún tipo de fanatismo o preferencia partidista determinada
de antemano, entre los que me encuentro, nos hubiera gustado ver salir de las
urnas y del acuerdo, un gobierno nuevo, regeneracionista, con visión de la
realidad y con ganas de cambiar todas aquellas cosas malas, que durante tanto
tiempo hemos soportado.
Los números
no acompañaron este deseo. La fragmentación política e ideológica nos determinó
la presencia de 4 partidos con un número de diputados relevante pero
insuficiente para gobernar un partido por si solo. Obligando al diálogo y al acuerdo.
Los escaños se repartieron
así:
Partido
Popular: 123 (35,1%)
Partido
Socialista: 90 (25,7%)
Podemos:
69 (19,7%)
Ciudadanos:
40 (11,4%)
Lo que
representa el 92% del total de la llamada cámara baja.
Muy
diferente ha sido la composición de la cámara alta, el Senado:
Partido
Popular: 124 (59,6%)
Partido
Socialista: 47 (22,6%)
Podemos: 16 (7,7%)
Ciudadanos:
0 (0%)
Pedro Sánchez, acompañado de su ´staff´ |
Algo muy
sorprendente y del que se ha hecho muy poco eco en los medios, es la absoluta
falta de representación del partido Ciudadanos de Albert Rivera en esta cámara.
Lo cual da mucho que pensar.
Por otra
parte, tampoco deja de sorprender esa mayoría absoluta obtenida por el Partido
Popular, que tiene el 59,6% del total de senadores.
En el
Senado, cámara de representación territorial, que tiene determinadas sus funciones
constitucionales en el Título III, capítulos 1º y 2º, vemos el alcance de la
labor legislativa de este. Que básica y fundamentalmente es protocolaria. Su
capacidad de veto de la acción legislativa del Congreso, ante una mayoría
absoluta en este, es más bien de demora en el tiempo de la aprobación de las
leyes. Y sin ninguna capacidad ante el conocido decreto ley. Algo excepcional
pero que se utiliza más de lo debido.
Volviendo
pues a la composición del gobierno, en el que las opciones reales son más bien
escasas, debido al enfrentamiento de PP, PSOE y PODEMOS, ha dejado a
CIUDADANOS, como la única fuerza política capaz de articular un acuerdo y de
que se forme un gobierno sin su participación directa pero sí tácita. Y este
bajo mi modo de ver solo es posible con una abstención a un pacto de
legislatura de PSOE+PODEMOS. Cualquier otro estaría encaminado al fracaso. El
apoyo de nacionalistas independentistas a PSOE y PODEMOS, nos traería una
legislatura muy accidentada y muy poco resolutiva. Una auténtica jaula de
grillos.
Pablo Iglesias y su equipo |
El acuerdo de PSOE+CIUDADANOS (130 escaños) solo saldría adelante con el apoyo o la abstención del Partido Popular. Algo que hoy entra en el terreno de la política-ficción.
En cambio
PSOE+PODEMOS (159 escaños), “vigilados” por CIUDADANOS (40) podría traer los
cambios necesarios sin que estos fueran de corte rupturista o revolucionario.
Esta teoría
se basa fundamentalmente en la actitud del partido de Mariano Rajoy, que además
curiosamente y de forma nunca vista, ha rechazado la labor de formar gobierno
como fuerza más votada. Su falta de capacidad de negociación y persuasión ha
quedado más que manifiesta. Los intereses de España solo son importantes si se
le otorga a él la labor de gobierno.
El PSOE
ya ha demostrado durante 21 años su capacidad de gobierno, su moderación, su
sentido social y de Estado.
PODEMOS,
al pasar de la teoría a la práctica y enfrentarse a la realidad de la vida,
podría incorporarse como partido representante de la indignación popular (aquel
15-M tan significativo) y conseguir un gobierno que sin perder el rumbo de las políticas
y economías occidentales, tampoco se olvidase de tantos y tantos millones de
personas que no se han visto representadas ni apoyadas durante los últimos
años. Es decir, una prueba que debemos hacer.
Felipe González y su equipo en los años 70 |
Sí, ya sé
que las experiencias en gobiernos locales o autonómicos de este tipo de
coaliciones no han traído nada positivo. Solo acciones de tipo propagandístico.
Pero en ninguna de estas coaliciones había un partido como CIUDADANOS, que al
final de todo es quien tiene la llave de la puerta.
La
convocatoria de nuevas elecciones, aparte del importante gasto que suponen,
solo en correos se gastan más de 40 millones de euros, no nos garantizarían una
situación distinta a la actual. Al contrario, podría darse el caso de una mayor
bipolarización y consecuentemente de un mayor enfrentamiento y ausencia de diálogo.
Y no nos lo podemos permitir.
El mejor
antecedente que tenemos fue la llegada de Felipe González y Alfonso Guerra en
1982, cuando algunos pensaron que volvíamos a 1936 y no fue así.
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