Escudo de España |
Si una
cosa ha quedado clara a lo largo de estos últimos años, es que el sistema autonómico
que conforma la estructura política de España, ha sido un rotundo fracaso. Fracaso
que ha venido propiciado, no por el modelo en si, sino por la forma en que se ha
desarrollado el mismo y más concretamente por el modo que la clase política lo
entendió.
Algo que
razonablemente era lógico, con independencia de cuestiones de tipo nostálgico o
histórico, cuyo concepto más primario se basaba en la administración más
cercana e inmediata, lo que en teoría suponía una mejor atención y utilización
de los recursos, se acabó convirtiendo en la mayor dilapidación de los mismos,
basada en el favoritismo, el nepotismo, la malversación, la corrupción y el
desmadre.
España,
como muchos otros estados del mundo, no nace como un capricho ni como algo
artificial. España es el resultado de la unión de diversas culturas similares a
lo largo de cientos de años, que ven en sus orígenes y en su localización geográfica motivos más
que suficientes, para aunar esfuerzos y objetivos, en la búsqueda de una
sinergia que beneficiase a todos los pueblos que la integran. Lo dicho, un
proceso natural, como el desarrollado por innumerables naciones a lo largo de
los siglos. Siendo quizás la defensa, una de las razones que más peso haya
tenido.
Hoy como
ayer, intereses espurios y de difícil comprensión, vuelven a “poner en la
picota” la integridad y unión de los pueblos de España. Algo que no se puede
evitar sólo con cambiar el nombre de la estructura: Federal por Autonómica. Es
necesario algo más: Solidaridad y Justicia.
PIB por habitante (2011). Instituto Nacional de Estadística |
Los
desequilibrios territoriales económicos de España son grandes, así tenemos que el
PIB per cápita del País Vasco es casi el doble que el de Extremadura, 31.058 €
frente a 15.771 € con datos de 2011. Estos
desequilibrios no son tampoco causa del azar o de un menor esfuerzo de un territorio respecto del otro. No,
es causa de su situación geográfica, de su climatología, de sus recursos
naturales y de la mayor o menor atención prestada por el Estado durante muchísimos
años.
Por ello,
cualquier forma que se adoptase como estructura política no puede obviar la
realidad y condenar a regiones menos favorecidas en beneficio de otras más
favorecidas. Tampoco lo ha hecho Europa durante su constitución, que todavía
sigue y no se sabe cuando acabará, si es que acaba algún día.
Luego
semántica aparte, lo que se requiere es eficacia, algo que viene de la mano de
la solidaridad y la justicia.
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