La economía, en su acepción más primaria, es la gestión de los recursos escasos. Hoy en día la hemos convertido en un galimatías de mucho cuidado. Con tanto tecnicismo y tanto circunloquio, se ha transformado en la herramienta política que más daño está haciendo a la sociedad. Hemos pasado de la Política económica a la Economía política con todas las consecuencias que estamos viendo.
Hoy en
Twitter, tras una reflexión de John Müller, en la que decía no entender que una
moneda única (el euro) valiese en Berlín distinto que en Madrid, el joven y
laureado economista Juan R. Rallo, le indicaba que “lo que valía distinto era el crédito y no tanto la moneda. Y que el
mismo dependía de cada gobierno y no del BCE”.
Mi
respuesta no se hizo esperar, ya que quien decía esto es una persona versada en
la materia: “El Precio del dinero es
diferente aquí, en Alemania o en Holanda….”.
La
respuesta a esto de Juan R. Rallo fue: “¿Un
euro alemán puede comprar en España más que un euro español?”. A lo que le
respondí: “Sí, pidiendo un préstamo en Alemania e invirtiéndolo en España. Arbitraje
puro y duro”. Su contestación: “Eso es el precio del crédito y no del dinero”. A
partir de ahí el debate ya fue abstracto.
Cuando me
suelta esta perla: “¿Por recordar que todo precio tiene dos utilidades
marginales contrapuestas?” es cuando ya no puedo más.
Algo en
lo que yo no estoy de acuerdo en absoluto. Veamos por qué.
El dinero
es un medio que sirve de base y referencia para las transacciones de bienes y
servicios. El precio es un indicador de lo que la parte vendedora quiere en
contraprestación de su producto o servicio. Y el valor, es realmente lo que se
está dispuesto a pagar por ese producto o servicio. Lógico es que precio y
valor tiendan a converger por las fuerzas del mercado.
Así el
dinero, como casi todo, tiene un precio y un valor. Si yo no lo tengo o lo necesito
en mayor cantidad de lo que poseo, debo de pedir un préstamo. No un crédito.
Pues crédito es lo que alguien debe a otra persona o entidad y lo que esta
tiene derecho a exigir y a cobrar. Luego introducir este concepto, ya empieza a
desvirtuar el debate. El precio por ese préstamo es en España, en terminos redondos, un 4% más caro que en Alemania.
No obstante vamos pues al valor y al precio del dinero, olvidándonos de algo tan básico como la
inflación, que complicaría aún más el tema, debido al diferencial existente
también a favor de Alemania. Y por supuesto del diferente poder adquisitivo
existente entre ambas economías, que si permite de entrada comprar con un euro
algo de más valor, que no de precio, aquí que allí en términos globales.
Luego si
un alemán pudiera comprar aquí todo lo que necesita, con sus euros obtenidos allí,
obtendría más valor por la moneda gastada aquí. Lo que determina que el precio del dinero obtenido en Alemania es inferior al de España y su valor aplicado aquí es superior. Comprar un euro es más barato, menor interés y menor esfuerzo, en Alemania y una vez obtenido adquiero más valor con el aquí, ya que en términos generales los precios de otros bienes y servicios son más baratos aqui.
Así, la
actual Unión Monetaria es un absoluto disparate como estamos comprobando.
Diferentes países con la misma moneda pero con distintos sistemas fiscales,
políticos, presupuestarios, inflacionistas, crediticios, laborales e incluso
sociales, no pueden sin perjuicio de unos y beneficio de otros llegar a ningún
sitio.
Juan Ramón Rallo es doctor en Economía y licenciado en Derecho por
la Universidad de Valencia, así como master en economía de la Escuela Austriaca
por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Actualmente es profesor, analista
económico de ´esRadio´ y director del
Instituto Juan de Mariana.
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John F. Müller es periodista, director adjunto del diario El
Mundo y co-presentador del programa de divulgación económica ´Veo Expansión´.
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