domingo, 1 de diciembre de 2013

Reformas sin formas


Reunión del Consejo de Ministros. La Moncloa (Madrid-España)
Si nos atenemos a una de las acepciones de Reforma: “Aquello que se propone, proyecta o ejecuta como innovación o mejora en algo”, podemos ya anticipar, que ninguna de las reformas emprendidas por este gobierno, han servido para el fin propuesto.

Tiempo tuvieron durante su etapa en la oposición para elaborar un plan y calendario, que cumpliese los objetivos. Pero tuvieron que improvisar, día tras día y desdecirse de anteriores mensajes como “No más IVA” entre otros, cuando aquella Reforma de 2010, si demostró su eficacia recaudatoria.

La primera reforma, por su gran trascendencia social, podría ser la Reforma Laboral. Su éxito, nulo. Ahora la ministra quiere gastarse dos millones y medio de euros, para explicarnos sus bondades. Algo que no sería necesario, si hubiera sido efectiva. De ahí la propaganda engañosa ahora. Su mejor exponente es la tasa de paro. A finales de 2011, el paro registrado alcanzaba la cifra de 4,26 millones, a finales de 2012 de 4,72 y en octubre de 2013 son 4,81 millones. La población activa, en este tiempo, ha pasado de 23,10 millones a 22,73. Es decir, 370 mil personas menos potencialmente activas. Lo cual puede traducirse en un auténtico fracaso sin paliativo alguno. A finales de 2011, el coste laboral bruto por trabajador, era de 31.170,06 euros. A finales de 2012 (último dato publicado) es de 30.905,55 €.

Sobre la Reforma Financiera, poco se puede decir en su favor. Al final y en contra de lo anunciado, se ha rescatado una serie de entidades financieras, principalmente cajas, con dinero público y ayudas europeas de más de 40 mil millones. Sin que hasta la fecha, esté claro de que sea suficiente, a la vista de las tasas de mora y del escaso crédito disponible para la financiación de la actividad corriente de las empresas-desfase entre pagos y cobros-.

De la Reforma de la Justicia, que les voy a contar que no sepan ya. De aquellas promesas electorales y aquel discurso del hoy ministro de Justicia, no queda nada. Hace unos días, los partidos se han repartido según cuotas, la composición del máximo órgano judicial. Cuando una verdadera reforma solo debía de cumplir el mandato constitucional (Art. 122.3) y de paso cerrar y transferir todas las actividades del Ministerio de Justicia al C.G.P.J. como tercer poder del Estado y garante de las libertades, los derechos y los deberes.

Si hablamos ahora de la Reforma Impositiva y Fiscal, tampoco encontraremos ni un solo argumento en su favor. Las subidas de impuestos, antes denostadas, ahora se han convertido en inútiles y en freno de la recuperación económica. Todo tiene un límite. Y sobre el elevado fraude, nada. Absolutamente nada relevante.

Dejamos para el final, la tan necesaria Reforma Política, en el sentido de dimensionar y estructurar el Estado, de acuerdo con los tiempos que corren y de convertir la gestión de lo público en algo eficiente y no despilfarrador. Aquí encontramos todavía menos posibilidades de ver algo positivo. Todo sigue igual o peor. Deuda y déficit, no acaban de ser reducidos. Y para más ´inri´ la inestabilidad política de alguna región autónoma, amenaza la convivencia nacional, en aras de una quimérica y absurda reivindicación de independencia.

¿Se puede hacer peor? Probablemente sí, pero eso ya sería adrede. Y yo de momento, solo pienso que es por incompetencia, desconocimiento y falta de capacidad.

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