De
siempre, aunque en los últimos tiempos se acentuó demasiado, los políticos,
técnicos y no técnicos, ligados a las obras públicas y en ocasiones a las
privadas, han utilizado las mismas para su enriquecimiento personal. Las
empresas, cautivas de ese sistema, han condescendido en unas prácticas, que
lejos de ser algo accesorio, se ha convertido en un mal, que ha llevado a muchas
empresas al cierre. Otras aguantan, cada vez peor, un mercado imperfecto, corrupto y letal.
Es hora
de decir basta. Basta ya de bajas obligadas por la necesidad de contratar para
mantener la actividad y el empleo. Basta ya de comisiones y prebendas a los
responsables de su promoción. Basta ya de alimentar un sistema improductivo y
delictivo.
Las
AA.PP., conocedoras y promotoras de este sistema, cada vez más voraces, ponen a
las empresas en el disparadero, haciéndoles renunciar a la actualización o
revisión de precios en sus concursos. Incentivando la baja en las ofertas por
encima de límites racionales. No considerando su capacidad, localización,
experiencia e historia. Condicionando las ofertas por debajo de los límites de
rentabilidad económica. Y poniendo en peligro la supervivencia de un sector
estratégico de cualquier sociedad moderna.
Algo que
también copian las sociedades privadas, que licitan obras al amparo de ese desmadre
del ya escaso mercado, al que se ha llevado a la construcción.
Por ello:
1º) Las
empresas -grandes, medianas y pequeñas- no deberían acudir a ninguna licitación
con márgenes brutos inferiores al 10%. Una cifra más que modesta en cualquier
otra actividad económica.
2º) Las
empresas deberían de denunciar cualquier tipo de presión que reconozcan por parte
de cualquier responsable de la ejecución de un contrato, que conlleve a
cualquier tipo de incentivo ilícito. Basta ya de vividores.
3º) Las
empresas deberían de denunciar aquellos proyectos, que en ocasiones se utilizan para la
licitación, cuyo contenido, pobre y escaso, no define, valora y diseña
correctamente, el bien a construir.
4º) Las
empresas deberían de pasar un cargo por el trabajo de licitar una obra, ya
sea pública o privada. Todo presupuesto y estudio conlleva un coste. Algo que es más manifiesto, en el caso de entidades privadas, que hacen una obra cada 10 años.
sea pública o privada. Todo presupuesto y estudio conlleva un coste. Algo que es más manifiesto, en el caso de entidades privadas, que hacen una obra cada 10 años.
y,
5º) Hay
que convertir la actividad de la construcción en lo que realmente es. Un bien y
un servicio para el bienestar de todos, que como cualquier otra actividad
empresarial requiere de un lucro para su feliz consecución.
Una
actividad sacrificada, difícil y laboriosa, no puede ser el modus vivendi de
los corruptos, vagos y maleantes.
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