El presidente Mariano Rajoy, da cuenta de sus dos años, ayer |
Pero el
diablo, que siempre está enredando, empezó a complicar las cosas. La bajada de
impuestos se convirtió en subida, la congelación de las pensiones en bajada
real (este año -2,05%), el desempleo aumentó hasta superar los seis millones,
la estructura política, lejos de reducirse, se infló aún más si cabe. En fin
todo un despropósito.
Ayer, el
hombre que se mentía a si mismo, volvió al paroxismo de su discurso: “Lo peor
ya ha pasado” o “2014 es el año de la recuperación”. Unas afirmaciones, que a día
de hoy no hay ningún dato que las avalen. En un excelente artículo, el
economista José Carlos Diez, hace una radiografía perfecta de la situación
actual. No hay razones para la esperanza.
Todo el
discurso es siempre en clave electoral, con una audiencia cada vez más reducida,
a los más allegados o interesados en su permanencia.
La
corrupción, el mayor problema de España, sin duda, causante de los otros
grandes problemas, no mereció ni un solo segundo en su discurso. Debe de ser
algo que no le importa.
Cinco
grandes casos, vitales, sin menoscabo de
otros muchos, siguen ahí sin que se vea una clara intención de resolverlos,
sino más bien de olvidarlos:
·
Urdangarín-Infanta
·
Bárcenas-Gürtell
·
Blesa-Caja
de Madrid
·
ERE-UGT
·
Camps-Mata-Fabra
Y una
cosa es cierta, el cierre en falso de cualquiera de ellos, dejará un profunda y
grave herida en la sociedad española,
que puede ser el detonante de graves problemas de convivencia en paz y armonía.
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