Siglo XXI, en España, una nación constituida en un Estado
social y democrático de Derecho, bajo la forma política de monarquía
parlamentaria, una de las hijas del rey es llamada a declarar como imputada en
un caso que lleva más de un año bajo investigación judicial.
Iñaki Urdangarín y su esposa, la Infanta Cristina |
Un motivo de orgullo y satisfacción en la forma de actuar de
la justicia, en este caso personalizada en el Juez Castro y de gran tristeza y
decepción por afectar a una persona de alto carácter representativo cuya
conducta no es que debiera ser ejemplar, sino que además lo debería de
aparentar.
Y aparentar no lo ha hecho, sin duda alguna ni temor a
equivocarme. Figuraba como cargo directivo y/o socia de referencia en alguna
empresa, cuyas actividades principales y según todos los indicios y pruebas
hasta ahora conocidos, era obtener dinero de las administraciones
públicas, principalmente, desviando el
mismo para el propio beneficio personal del empresario. Algo que al parecer dirigía como
´máximo ejecutivo´ su esposo, Iñaki Urdangarín.
El conocer o no conocer la verdadera actividad de su marido
es, creo, secundario. En cualquier caso
su responsabilidad es absoluta. Si lo sabía porque era cómplice o encubridora
sin más. Si no lo sabía, casi es peor. Debería de sentirse muy avergonzada y engañada. En este caso, convivía con un presunto
delincuente, a la que su condición de esposo de la Infanta de España le
hacía miembro de la familia real, el órgano institucional de mayor relevancia y
representación del Estado. Y también rey consorte en un hipotético suceder en
el orden dinástico. Toda una barbaridad, un despropósito y una afrenta sin
precedentes en la Historia de España.
El papel del rey Juan Carlos, es difícil. Muy difícil. No
sólo porque se suman otros asuntos que también están en debate, sino porque la
credibilidad de la institución, de la justicia y de la imagen de España en el
exterior, están en juego. Como padre es lógico y humano, que haga todo lo
posible para que su hija no sea objeto de un probable juicio y de una condena.
Pero como rey de España, cuyas obligaciones y carácter de su función, así como
por ese amor a España y a los españoles, que siempre ha sido el orgullo de su dinastía,
no puede ni debe de ceder, a ese otro sentir humano que le puede hacer dudar.
Por España, todo por España. Como dijo su padre Don Juan III, en el momento de
ceder sus derechos dinásticos.
Ya por último. Que un juez, tras tanto tiempo de instrucción,
tantas posibles pruebas acumuladas, tantas declaraciones tomadas, redacte un
auto de citación e imputación y que este se vea sometido a un recurso de la
fiscalía, cuya misión principal es justamente la contraria, es decir, buscar
todos los imputados posibles y esclarecer los hechos, con la máxima diligencia
y efectividad, deja seriamente tocada la función acusadora y punitiva de otra
institución del Estado, donde además concurre la circunstancia de que el actual
ministro es fiscal de carrera. Señores, la historia sólo se escribe una vez. Hagámoslo bien
aunque nos duela.
El ministro de Justicia |
Me decia mi profesor que la justicia funcionaba porque estaba imputada la infanta, y yo ahora que le dijo el lunes..Asco de pais se rien de nosotros y no hacemos nada..Gana el Madrid y salimos todos a la calle..Menos mal que me voy a ir de este pais cuando pase unos años a no ser que se ponga una republica yo me marcho de este pais que me roba dia tras dia
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