Estas palabras
hoy del presidente del gobierno, me han traído a la mente el contenido de dos
libros que leí hace tiempo, “La Meta” y “Cadena crítica”, ambos de Eliyahu M.
Goldratt. En el primero, de lectura amena, se explica sobremanera en que
consiste un “cuello de botella” dentro de un sistema productivo y la forma de
corregirlo. En el segundo, “Cadena crítica”, se hace más énfasis en los recursos
óptimos que son los que marcarán los tiempos y los niveles de producción
adecuados. O sea en sacarle el máximo rendimiento al proceso, para que todo el
sistema funcione y no se resientan otras actividades. Estableciendo así el
proceso de “camino crítico”.
Entonces lo
primero que hay que determinar es cuales son nuestros “cuellos de botella”,
para poder determinar cuál es "el camino crítico" y por tanto la solución. Algo que me hubiera gustado oír de
labios del presidente, enumerando todos y cada uno de ellos. Pero yo al menos
no lo he oído.
¿Es ineficiente ´per
se´ nuestra industria del automóvil o nuestro sector bancario, o la industria
de la construcción o la textil o la metalúrgica? Yo diría que no. Ahí están
ocupando puestos relevantes dentro de las economías occidentales y prestando
sus servicios o vendiendo sus productos en otras partes del planeta. Aunque de
todas maneras, en el mundo empresarial sólo subsiste la eficiencia, porque más
pronto que tarde la ineficiencia se paga. No así en el mundo de la política,
donde el todo vale, la grandilocuencia, el oportunismo y la caradura, mantienen
a algunos o algunas, para pesar de muchos y muchas.
Entonces es
nuestra economía agregada la que es ineficiente. La suma de muchas microeconomías eficientes, paradójicamente, da un resultado ineficiente. ¿Y cómo es eso?
A mí no se me ocurre más que:
1.
Una
estructura económica desestructurada, con un gran peso del sector servicios,
que requiere de una economía dinámica y creciente para retroalimentarse.
2.
Una política
fiscal muy deficiente, con un sistema impositivo alto, desequilibrado, desincentivador,
con un cuerpo legislativo muy amplio, con muchas “ventanas” que permiten a los
más avezados evitar impuestos, sin una persecución contundente del fraude.
3.
Una política de regulación financiera muy deficiente, que ha permitido el endeudamiento irracional de las
empresas en la búsqueda de tamaño crítico, detrayendo riqueza en el valor
añadido en beneficio del sistema financiero.
4.
Una política
laboral muy deficiente. De la rigidez laboral de 1960, no se puede pasar a la
flexibilidad absoluta, despreciando que el trabajo es la única fuente de
riqueza y por ello se debe de motivar. Trabajar por necesidad perentoria, es volver
a la esclavitud. Si no se ofrecen ilusiones y metas, ¿que se puede esperar?
5.
Una política
de I+D+i, nefasta. ¡Que inventen ellos! Es el lema. Este
es un problema más cultural que político. La I+D+i se utiliza en España, bajo
mi punto de vista, más como un incentivo fiscal que como una fuente de
progreso. Somos impacientes.
6.
Y ya
por último, seguir sin ver una estructura política muy cara, con grandes dosis
de corrupción y nepotismo, clasista y mediocre, es no querer ver cuales son
realmente los cuellos de botellas.
¿Por qué nuestro Alex Rogo no busca y pregunta a su Jonah, cuáles
son realmente los cuellos de botella en la empresa España?
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