domingo, 7 de abril de 2013

Los sueldos públicos



Político honrado a final de mes
Veo y leo, como algunos demagogos de algunos partidos, basan su mensaje de transparencia en que se conozcan los sueldos públicos.

Ayer en un programa de televisión, diseccionaron el presupuesto conocido de La Casa Real. Al rey, como sueldo neto le quedaban algo así como once mil euros. Lo  mismo que gana cualquier ejecutivo de porte medio en cualquiera de nuestras empresas. Muy lejos de las retribuciones de Alfredo Sáez (banco Santander), Isidro Fainé (CaixaBank), José Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola) o Antonio Brufau (Repsol). Y es que cualquier alto ejecutivo de cualquiera de las empresas del Ibex-35, supera con creces el millón de euros, sin ser ni el presidente ni el CEO. Lo que representaría un sueldo neto de más de cuarenta mil euros al mes. Gastos de representación y otros beneficios aparte.

Así, el presidente del gobierno o el jefe de la leal oposición, tienen un sueldo de un mando o directivo intermedio. Y no llegan ni por asomo a lo que puedan ingresar Belén Esteban, Kiko Matamoros o cualquier otro ´animador´ de nuestras televisiones.
Datos fiscales 2012 de M. Rajoy

Y este es otro de los grandes problemas de nuestro sistema. Hacernos creer que con sueldos tan modestos, relativamente hablando, uno es tan honesto y honrado, que todo lo hace por el interés público. Sacrificando el posible mejor bienestar de su familia por la patria. Haciendo suyo el lema de la Guardia Civil “Todo por la patria”.

Algo que bajando el escalafón, se podría aplicar a los funcionarios de carrera, que ven muy limitados sus salarios en base a unas tablas y niveles, muy alejados de la realidad de la empresa privada. ¿Cómo no va a haber corrupción?
¿Alguien cree que una persona muy preparada, puede dejar la empresa privada, donde puede ganar 10, 20 ó 90 veces más, para dedicarse a la cosa pública, por amor al resto de sus conciudadanos? ¿A qué no?

Luego si nos olvidáramos de las apariencias absurdas, pisáramos la realidad cotidiana e incentiváramos la excelencia en vez de la mediocridad y el oportunismo en nuestra clase política, reduciendo notablemente también su número –lo mismo para los funcionarios- igual nos encontrábamos con gestores eficaces y eficientes de los intereses públicos. Y no como ahora, que tenemos una Casta parasitaria de vida simbiótica, donde ochenta mil elementos políticos –con algunas excepciones- chupan y chupan del erario público, lo que se les niega en base a un obsoleto, absurdo e irreal modelo de remuneración.

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