martes, 5 de noviembre de 2024

La DANA entra en política

Una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) también conocida como “gota fría” es un fenómeno meteorológico que produce lluvias intensas en cortos espacios de tiempo, saturando y desbordando los cauces naturales, así como la red de saneamiento en ciudades y pueblos.

Cuencas más afectadas (SAIH)
        Hoy contamos con sistemas de predicción y medición muy avanzados pero cuya precisión con estos fenómenos no es del 100%. El tratamiento de los datos, así como la experiencia de los técnicos, es la base para transmitir las alertas necesarias, sin que estalle el pánico, y tratar de mitigar en lo posible sus efectos devastadores.

        Así, desde la Confederación Hidrográfica del Júcar se medían en tiempo real tanto los datos de la lluvia como los caudales circulantes por los diversos cauces, a través del SAIH (Sistema Automático de Información Hidrológica).  En los gráficos podemos observar las precipitaciones caídas en la cuenca baja del Júcar, la más afectada junto con la cuenca media, como el caudal circulante por la rambla del Poyo qué fue la que más destrozo causó, probablemente, durante el día 29 de octubre.

        Estos fenómenos naturales son precipitaciones, lluvias, que alcanzan 80, 100, 200 o más litros por metro cuadrado en muy poco tiempo, provocando caudales incontenibles por los cauces naturales. El tiempo de concentración (Tc) junto con el coeficiente de escorrentía, son dos variables importantes para la formación de las avenidas.

Precipitaciones zona del bajo Júcar (SAIH)
        La construcción de presas y embalses, así como la adecuación de los cauces, ayudan a contener o aminorar estos caudales. Recuerdo que un amigo y compañero me dijo hace muchos años: “El orden de prioridad es: 1º Política, 2º Economía y 3º Técnica”. Y así es.

        En el caso de la reciente y aun activa DANA en Levante, pero también en otras zonas del litoral mediterráneo ha sido una, sino la mayor, de las más brutales conocidas hasta ahora.     

            Una catástrofe que ha enfrentado otra vez a los políticos, echándose la culpa unos a otros. Entorpeciendo notablemente la disposición de medios para restablecer la normalidad lo antes posible.

La falta de obras civiles, dicen unos. Poniendo ejemplos como la presa de Cheste, prevista en su momento (2004) y aun sin construir. Pero olvidando que una presa lamina caudales de aguas que provienen de la cuenca de aguas arriba no de aguas abajo, como ha sido el caso que nos ocupa. Por otra parte, los encauzamientos y obras de drenaje se calculan para períodos de retorno de 50, 100 o 500 años, que al ser una probabilidad de que ocurra, viene limitada por el coste-beneficio. Además, debemos de tener en cuenta que prepararse para grandes avenidas con poca probabilidad de que ocurran también afecta a zonas urbanizadas, tierras de labor, carreteras y caminos, por lo que conlleva un alto coste solo amortizable si sucede un fenómeno así. Pero también puede ocurrir que la DANA sea aun peor, dure más tiempo y las obras no eviten todos los daños. No hay fórmulas mágicas ante los desastres o catástrofes naturales.

Variación de caudal (SAIH)

En el caso que nos ocupa, canalizar la rambla del Poyo y otros barrancos adyacentes es una opción clara. Amplios canales, pequeñas presas (azudes), estanques de tormentas u otros sistemas de laminación con su correspondiente impacto ambiental y afección. Pero con su coste, no solo económico.

La NATURALEZA es así y el hombre no la puede dominar. Por último, no olvidemos tampoco las palabras del Rey Felipe VI sobre la desinformación y el caos, en estos tiempos que las redes sociales y también los medios, tratan de influir en la sociedad en su orientación política, tratando de condicionar el voto.