Felipe VI en el discurso de Navidad 2020 (EFE) |
Ya hace unos años, exactamente nueve, en un contexto político
muy alejado de la actual situación, expresaba mi opinión al respecto: ¿Monarquía o República?
Hoy, tras la difícil "carambola" para investir a Pedro Sánchez,
presidente del gobierno, no se dan las circunstancias mínimas y necesarias para
abrir un debate que solo sirve para desestabilizar la nación y hacerla aún más
vulnerable a los enemigos de España. Que no son otros que los descendientes de
los que en el año 36 del pasado siglo nos llevaron a una guerra civil tras un
periodo de desorden y anarquía.
Este debate solo se puede abrir desde una situación de
plena madurez, sin intereses mezquinos y con políticos que estén a la altura
requerida. Hoy no se cumplen ninguno de los tres requisitos.
Mucha expectación había despertado el discurso de Navidad
de este año, en cuanto al contenido y a las palabras que dirigiera por la presunta
y cuestionable actitud de su antecesor y padre, Juan Carlos I.
Al final, estas palabras, como es habitual en un discurso
de esta naturaleza, apelan al respeto de todos a las leyes, a los principios
éticos y a ejercer con la ejemplaridad necesaria para ostentar un cargo público,
ni más ni menos.
Ahora cada cual puede interpretarlo como quiera,
criticarlo o ensalzarlo. Pero lo dicho, dicho está.
Aquellos que querían hacer que denostase a su padre, para
así “congraciarse con el pueblo”, se quedaron con un palmo de narices. Felipe
VI, lógicamente, no cayó en la trampa. Hubiese sido cosa de kamikazes, y
aquellos ya saben que se drogaban para llevar a cabo sus misiones suicidas.
Así que ahora, nos queda esperar a reunir los requisitos
necesarios y suficientes para que un cambio constitucional de gran relevancia y
trascendencia se haga desde un gran
consenso, como fija La Constitución. Y no desde la algarabía de partidos
residuales y desestabilizadores como son Podemos, ERC o Bildu, por citar a los más
beligerantes.
¡Salud, a todos y todas!
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