Jordi Pujol y esposa, votan el 1 de octubre |
Si
partimos de la premisa de que los hechos acontecidos en Cataluña requerían de
la aplicación del artículo 116 y no del 155, dado que los mismos obedecían a un
acto de rebelión secesionista y no un simple desacato de las leyes y del normal
funcionamiento administrativo de la Comunidad Autónoma.
Esto nos
lleva a pensar que todas las acciones que lleve a cabo el gobierno para
restablecer el orden constitucional van a ser minuciosamente cuidadas y
alejadas de cualquier tipo de intervención que convierta a los agresores en
víctimas.
Un
objetivo de Puigdemont y sus secuaces es aparecer ante la opinión mundial como
víctimas de un estado represor y no democrático. Nada más lejos de la verdad.
La
convocatoria inmediata de elecciones tiene ese objetivo. Que sea el pueblo
catalán quien en unas elecciones fiables designe a su nuevo parlamento y a su
nuevo gobierno. Y cuanto antes mejor.
Los
resultados de las últimas elecciones de 2015, donde la candidatura Juntos por el Sí, coalición de ERC y PDeCat (antes CDC, cuya radicalización
está muy relacionada con las actividades del abad y la madre superiora), junto
a los votos de la CUP, dio al bloque separatista la mayoría parlamentaria y el
gobierno. Sin duda en una situación de máximos, que difícilmente se repetirá. Son
muchas las cosas que han pasado para que aumente su voto, más bien disminuirá. Luego
tenemos que entre abstenciones y otras opciones hay 1.714.129 de potenciales votos,
un 32% del electorado. Es decir, que la movilización de ese voto, junto a la
reflexión de muchos catalanes que no se sienten a gusto en la situación actual,
puede dar un vuelco al resultado.
Así, el
diario EL MUNDO ha publicado una encuesta de SIGMA DOS en la que en
el mejor de los casos, los separatistas (65) quedarían por debajo de la mayoría
absoluta (68). Y la partida no ha hecho más que empezar.
De forma
que si se consigue mantener un cierto aire de normalidad en esta difícil situación
y llegamos al 21 de diciembre sin picar en ningún anzuelo, que a buen seguro
nos lanzarán, es muy probable que el nuevo parlamento catalán y su gobierno
respondan a un perfil moderado y alejado de cualquier extremismo.
Y dejamos
en el terreno de la ficción que los tres grandes partidos constitucionalistas
acudiesen en coalición como una opción de refuerzo para los votos obtenidos.
El respeto
a las leyes y la ejemplaridad deben de ser los referentes para que este
convulso periodo quede en la memoria de la historia como un fracaso más de los
desestabilizadores de España, que llevan siglos en su empeño.
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