En 2017 la televisión ya no tiene la fuerza que tenía hace cuarenta años, cuando TVE era la única televisión. Así a principios de los 90
surgieron las cadenas privadas, como Tele5 o Antena 3. Años antes surgían las
denominadas cadenas autonómicas; ETB (1982), Tv 3 (1984), y TeleMadrid, Canal 9, Canal Sur , en 1989.
Todas se convirtieron en el altavoz del gobierno de turno.
Algo que nació para acercar la información más local a los ciudadanos, terminó
siendo una verdadera máquina de propaganda política del gobierno del momento.
Su constante déficit las ha convertido además en un lastre
para las cuentas públicas. TVE dejó de emitir anuncios, trasfiriendo todos esos
ingresos a las cadenas privadas. Perdió su hegemonía y se convirtió en el
No-do. De tal manera que los dos grandes medios, A3 Media y Mediaset; acaparan
la audiencia, obtienen notables beneficios e influyen, todavía algo, en la
opinión pública.
Las cadenas autonómicas siguiendo el ejemplo de la
televisión estatal se convirtieron en los altavoces políticos de cada región.
Donde en los últimos tiempos destaca la televisión catalana con su
incondicional apoyo al gobierno cesado y encausado por incitación a la sedición
y a la rebelión. Ha tenido que ser la Junta Electoral, la que ha llamado al
orden a sus gestores para que dejen de llamar “gobierno en el exilio” a lo que
simplemente es un gobierno delictivo que ha tratado de crear un cisma de
impredecibles consecuencias para la pacífica convivencia de los españoles.
La televisión, insisto, ya no es lo
que era, cuando la familia se reunía alrededor de ella para ver una serie, una
película, un concurso o las noticias. Hoy la oferta en la era digital es
asombrosa. En tu “tablet” o “smartphone” llevas todo, te puedes conectar a
través de multitud de plataformas, no solo a las televisiones sino a
periódicos, libros, tiendas, bancos…casi se podría decir que llevas el mundo en
tus manos. Pero
sorprendentemente seguimos viendo como las viejas costumbres siguen rigiendo en
la mente de nuestros políticos. Y no ocurre solo con la televisión, sino también
con algo tan obsoleto como la prensa de papel. Así recientemente hemos visto
como “El País”, periódico de referencia de la llamada ´izquierda intelectual´, ha
sido foco de atención por el cese o despido de quien fue su director muchos
años, Juan Luis Cebrián, cuya editora PRISA tiene serios problemas económicos.
Como si hoy la existencia de tal o cual periódico fuese un
asunto de estado. Y justificase el despilfarro.
En fin, todavía nos queda mucho que aprender y que hacer,
sino queremos perder otra vez el tren del progreso y la modernidad. Ahora en la era digital.
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