Desertar,
según la R.A.E., tiene una acepción, entre otras, de: “abandonar las
obligaciones o los ideales” o “separarse o abandonar la causa o apelación”.
Esto es lo que a mi modo de ver y
entender, ha ocurrido ayer al declinar el candidato del Partido Popular el
mandato real que establece La Constitución Española en su artículo 99.1, a pesar de ser la lista más votada.
Lo curioso es que 24 h. antes el
candidato a través de Twitter manifestaba que: “Tengo fuerzas y voy a presentar mi candidatura. Los españoles quieren
que nos entendamos, el Partido Popular va a dar la talla”.
Pero en el
momento de la verdad, antes de que el rey diera paso al último trámite comunicándole
al presidente del Congreso de los diputados la nominación de Mariano Rajoy,
este se descuelga y manifiesta: “Agradezco
a SM el rey su propuesta para presentarme a la sesión de investidura. La
declino porque aún no cuento con la mayoría necesaria”.
Es decir, en menos de 24 horas dice
una cosa y la contraria. Algo que a muchos tampoco nos sorprende en exceso. Tras
estos cuatro años de gobierno, donde hizo todo lo contrario a lo que prometía
cuando estaba en la oposición, ya nos tenía preparados. Su sentido de la política,
del estado y del gobierno pasa por sus propios intereses. No hay otros.
Además con esta jugada pretende
endosarle a otro la responsabilidad de formar gobierno. En este caso a Pedro Sánchez
del PSOE. Algo que por cierto puede no ser tan descabellado ante la posibilidad
que tiene este de recabar apoyos allí donde él ha sido incapaz. Rajoy no ha
conseguido ni el apoyo explícito de Albert Rivera, que dirige la formación más
próxima a la ideología política de Rajoy. Pero que ya en su momento descartó apoyarle
por activa y por pasiva.
También se contradice con su
defensa de ese pacto no escrito de que gobierne la lista más votada. Pero si no
se presenta…
Con esta estrategia, si así se
puede denominar, lo único que ha conseguido es retrasar el plazo de dos meses previo
a la convocatoria de unas nuevas elecciones. Algo que también le contradice
pues según muchas fuentes son el Partido Popular y Podemos los dos partidos que
más les interesarían unas nuevas elecciones, con las que prevén obtener más
votos de los obtenidos el 20D.
La cuestión es que se ha producido
un hecho insólito e inédito en nuestra joven democracia. Ni en los peores
momentos de la transición ocurrió algo parecido. Durante esos años se hicieron
grandes acuerdos que acabaron con la victoria hegemónica del PSOE en 1982. Eran
otros tiempos y, España y su futuro marcaban los intereses partidistas. Hoy ya
no es así. Priman los intereses personales ante todo.
Pues yo considero encomiable esa decisión en cuanto pone de manifiesto el paripé que es en realidad el debate de investidura, mientras no haya autentica división de poderes
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