El término
inglés outsourcing viene a significar en castellano, externalización de un
trabajo, un servicio o subcontratación del mismo.
Algo en
principio muy necesario en una economía libre, pues permite que empresas que no
pueden o quieren realizar un determinado trabajo por ellas mismas; bien sea por saturación
de sus medios, bien porque se trata de trabajos muy especializados, bien por
que les significa un coste exagerado o simplemente porque prefieren desviar una
parte de su producción a otras empresas y centrarse ellas en el ´know how´,
deciden externalizar un servicio o un preciso trabajo.
El
problema surge cuando los avispados de turno, siempre son los mismos, se
aprovechan de las lagunas que deja la legislación y también de la falta de
inspección, para comenzar lo que se puede calificar sin temor a equivocarse de
un tráfico ilícito del factor trabajo. Es decir, de las personas y todo lo que ello conlleva.
Así vemos
como hoy en día, muy grandes, grandes y medianas empresas incorporan personal
cualificado o no, a través de otras empresas cuyo único objetivo es alimentar las
plantillas de aquellas, sin que las mismas tengan vínculo alguno con el
personal, que incluso desarrolla su trabajo en las propias sedes de las
empresas contratantes. Todo un despropósito y un fraude de ley. Al que al
parecer nuestras autoridades no le prestan mayor atención. Lo importante es
mejorar las estadísticas de empleo como sea.
Además se
da el caso, de que en algunas ocasiones, estas empresas facilitadoras de
personal son creadas “ad hoc” por ejecutivos de las empresas contratantes. Es
decir, se detecta una necesidad, se crea la empresa y se gana dinero solo con el
tráfico humano, ya que la diferencia entre el coste de la persona contratada y
el coste repercutido a la empresa pasa a ser un beneficio casi limpio. No
necesita mucha inversión.
Si
llegado el momento hay que hacer un ajuste, basta con dejar de contratar a la
empresa que hace el tráfico de personas y asunto arreglado. Luego esta, se da
en concurso de acreedores o directamente en quiebra, dejando el pufo tanto en
Hacienda como en la Seguridad Social. Y vuelta a empezar. Desaparece y al poco
tiempo puede volver a emerger con otro nombre y otra constitución diferente.
En fin,
de pena.
No basta con una reforma laboral dura, durísima, sino que hay que
maximizar más el beneficio a base del trabajador, verdadero generador de
riqueza y valor añadido.
¡Y no va
nadie a la cárcel!
Un ejemplo de fraude laboral: NEXTEL ENGINEERING. Ni paga a sus trabajadores ni les deja cobrar el paro.
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