La
noticia de ayer sobre el acuerdo alcanzado en Cataluña para nombrar presidente
a Carles Puigdemont, alcalde de Gerona y tercero en las listas de las
elecciones del 27 de septiembre, para suceder a Artur Mas, cuarto en las listas
por Barcelona, deja el concepto de democracia por los suelos. Así, Artur Mas
nos decía ayer: "Lo que las urnas no nos han dado se ha corregido con la
negociación", frase en contraposición con aquella otra pronunciada poco
antes de las elecciones: "Estas urnas nos llevan a la prosperidad, la
dignidad y la libertad".
No fue así,
pues al final se impuso el voto no nacionalista, que no la mayoría de escaños. Y
aquí tuvimos el primer ejemplo de falta de democracia y sentido de la
responsabilidad. Unas elecciones que se habían planteado como un plebiscito al
sí a la independencia no alcanzaron una mayoría ni del 50%. Que ya hubiera sido
insuficiente para un tema de esta naturaleza. Pero el proceso siguió adelante
hasta alcanzar las mayores cotas del ridículo en un estado moderno. La votación
asamblearia de la CUP para apoyar a Artur Mas quedó en empate a 1.515. Algo
inaudito y más que sospechoso de un partido antisistema, que en pocos días había
logrado convencer a la mitad de sus bases de lo contrario a su ideario y a lo
que venía diciendo desde tiempo atrás. Pero el paroxismo llegó ayer, cuando en
un comunicado insólito y sin pudor alguno, la CUP se inmola para apoyar al
candidato de Convergencia propuesto por Artur Mas. No se puede caer más bajo en
política ni en la vida. “Estos son mis
principios. Si no le gustan tengo otros” que decía Groucho Marx.
Con esta
situación creada, ahora aun nos queda por solucionar un asunto más serio si
cabe. Es la gobernabilidad de España tras las elecciones del 20D. Algo que solo
parece viable con una gran coalición entre el Partido Popular, Partido
Socialista y Ciudadanos.
Donde el
primer escollo a salvar es Mariano Rajoy Brey, actual presidente en funciones,
cuya gestión de los últimos años ha dejado mucho que desear, pero que sobre
todo planean sobre él, una serie de sombras y dudas en cuanto a la honestidad de
su gestión al frente del Partido Popular. Los casos Bárcenas, Gürtel, Púnica,
los sobresueldos, la caja B, etc. no se comprenden sin al menos la pasividad de
quien era el máximo ejecutivo del partido. Estas sombras requieren desde hace
mucho tiempo que Mariano Rajoy Brey se aparte de la política y de paso a otro u
otra compañera que presente un historial sin tacha alguna. Sin pedir a su vez
que el líder del PSOE también se aparte. Pues Pedro Sánchez Castejón, hoy por
hoy, es un líder elegido democráticamente por sus bases, no se le conoce ni hay
dudas sobre su trayectoria política y debe de ser hasta que los militantes socialistas
así lo expresen el Secretario General y candidato del PSOE.
Sr. D.
Mariano Rajoy Brey, no haga ya más daño a España, apártese, retírese y deje que
esta gran nación vuelva al camino de la concordia, la estabilidad y el progreso.
España se lo agradecerá.
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