domingo, 27 de agosto de 2017

Sí tenemos miedo



Ayer sábado, una manifestación en Barcelona a la que acudieron el Rey Felipe VI, el presidente Mariano Rajoy y destacados miembros del gobierno y de la Comunidad Autónoma catalana, se convirtió en una reivindicación por la independencia de Cataluña.
Era algo, que por esperado no debía de ser noticia, pero siempre cabe la esperanza de la razón y del sentido. Las víctimas, 15, fueron olvidadas.
David Minoves, un manifestante sospechoso
Una de las imágenes que más impacto causó, dada su proximidad al rey, fue la pancarta de un aparente anónimo y circunstancial manifestante, que resultó ser un destacado miembro de ERC: David Minoves. Quien no hace mucho tiempo se deshizo en agasajar a Arnaldo Otegi, proetarra, condenado por terrorismo.
También pudimos ver otras imágenes que hablaban por si solas, como las de la mujer que con una señera por capa se dedicaba afanosamente a romper carteles que reivindicaban “Justicia y Paz” o mensajes similares.
Independentista rompiendo carteles de "Justicia y Paz"
Creo que el Rey no se debía de haber prestado a realizar tal acto de presencia en una manifestación, como también creo que su decisión, por libre, debemos de respetar. El tiempo se encargará de mostrar lo acertado o no de su acción.
La vileza mostrada por los dirigentes independentistas que aprovecharon el dolor de las víctimas para convertir el acto en un altavoz de sus demandas, no pudo ser más cruel.
Yo siempre me he mostrado partidario de un referendum donde los catalanes y solo los catalanes expresasen su deseo, y que para ello se articulasen las medidas  legales necesarias. Pero tras lo visto creo que podría ser abrir una puerta al fraude y al engaño, en la misma medida que Nicolás Maduro no aceptó el resultado de las elecciones legislativas de Venezuela y convocó, pasado el tiempo, otras para confirmar su dictadura. Algo parecido podría pasar en Cataluña.
Y sí, sí tenemos miedo.
Miedo a la cobardía de los ataques yihadistas que realizan por sorpresa y de forma indiscriminada.
Miedo a los separatistas catalanes que pueden llevar a España, junto a los partidos populistas, a una grave crisis de paz y convivencia común.
Miedo a un gobierno que no toma las medidas que la situación requiere y deja pasar el tiempo como si el tiempo arreglase todo.
Miedo a unos políticos cuyo mayor afán ha sido llenarse los bolsillos con el dinero de todos y crear una sensación de corrupción generalizada, falta de ejemplaridad y honestidad.
Sí, tenemos miedo a que nuestros hijos hereden un país roto y desestabilizado.

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