martes, 29 de diciembre de 2015

Fin de año: La Bolsa y el P.I.B.

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La relación de estos dos parámetros nos muestra que están íntimamente ligados, ya que mientras la bolsa de valores nos refleja las valoraciones de nuestras empresas en un contexto de mercado y sus expectativas de crecimiento y generación de valor, el PIB nos mide el valor y el crecimiento de nuestra economía también de una forma armonizada e histórica.
La primera impresión que observamos al comparar la evolución de los dos valores desde 1995, es que el crecimiento del PIB en estos últimos 20 años ha servido de soporte y referencia al crecimiento de nuestra bolsa de valores reflejada en el selectivo español Ibex-35. También podemos decir que en 2015 aún no se ha superado el valor de crecimiento acumulado del PIB en 2008, que es del 237,71 frente al 236,5 previsto como acumulado este año. Lo cual nos viene a determinar que la crisis todavía no se ha resuelto de una forma determinante, es decir, con un crecimiento de nuestro Producto Interior Bruto acumulado positivo. Lo cual también nos indica que seguimos con un modelo económico desestructurado, incertidumbres políticas aparte.
Y nos bastaría analizar otros datos fundamentales de la economía como el empleo, los salarios o la productividad. Así, a finales de 2010 había 18,675 millones de personas empleadas, en septiembre de este año había 18,049 millones. Es decir, más de 600 mil personas menos trabajando.
Y mientras los salarios han subido en la UE de media, entre 2010 y 2014, un 6,82% o un 10,3% en Alemania, en España han bajado un 0,28%. Lo que ha servido para mejorar nuestra productividad a costa del factor trabajo, que es la forma más sencilla e injusta de hacerlo. En la UE ha subido de media la productividad por ocupado un 1,88%, en Alemania un 2,24% y en España un 5,05% (datos de Eurostat a 15-dic-2015). En una coyuntura marcada por una bajada histórica del precio del petróleo (a 36 $/barril desde los 99 $ de finales de 2011), de un ajuste del cambio dólar-euro importante (de 1,29 a 1,09), de bajos o bajísimos tipos de interés (euribor 0,06% de media en diciembre) en mínimos históricos y de una inflación más que contenida, un 5,7% en el período analizado.
Los trabajadores, los protagonistas del progreso
Es decir, factores todos ellos  muy positivos para que hubiésemos remontado la crisis de una forma más elegante y más justa, socialmente hablando, que no el deterioro de las condiciones del empleo y de unos salarios retroactivos. Algo que también sin duda ha venido condicionado por el gran endeudamiento de nuestras empresas, con cifras escalofriantes si las comparamos con sus beneficios e incluso con su capacidad de generar negocio (ventas). Algo que lastra las cuentas de resultados de las compañías, que solo encuentran como modo de compensación, el ajuste a la baja de los salarios, la precariedad y las condiciones de los contratos, que ha permitido la reforma laboral llevada a cabo en 2012. Todo un sinsentido y una falta absoluta de miras con vista a reestructurar nuestra economía a un patrón eficiente y sostenible en el tiempo.

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