Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, hoy en La Moncloa |
Esta
mañana se ha llevado a cabo la primera reunión de consultas entre el presidente del
gobierno y el líder de la oposición. Como era de esperar no ha habido ningún
acuerdo, ni asomo de que lo pueda haber. “El portazo sonó, como un signo de
interrogación” que diría Sabina.
El
presidente Rajoy enarbola los grandes temas para “arrimar el ascua a su sardina”:
La defensa de la España constitucional, los valores de la Transición, la unidad
de España y la soberanía nacional, el imperio de la ley y la igualdad de todos
los españoles. Y como no, la lucha contra el terrorismo, con el pacto
antiyihadista.
Temas que
no por importantes no dejan de estar alejados de lo que realmente se trata de
hablar ahora: ¿Quién va a ser el próximo presidente del gobierno y con que respaldo?
Como ya
anticipé en “La lección”, no se puede gobernar de espaldas a los ciudadanos,
como ha venido haciendo Mariano Rajoy desde finales de 2011. El cual, insisto,
debía de haberse apartado a un lado hace ya bastante tiempo y hoy quizás el
escenario fuese muy diferente.
Por su
parte Pedro Sánchez, que ha visto retroceder nuevamente el apoyo de los
votantes al Partido Socialista, ve en esta ocasión una oportunidad, casi única, de presidir
el gobierno en la seguridad de que Mariano Rajoy no conseguirá ni en primera
ni en segunda votación reunir los apoyos necesarios. Solo Albert Rivera de
Ciudadanos le apoyaría por acción u omisión y eso es insuficiente.
En cambio
Pedro Sánchez podría lograr el apoyo de Pablo Iglesias y quizás, por qué no, el
de algún voto nacionalista.
Saludo entre ambos al comienzo de la entrevista |
La negativa
de Pedro Sánchez en no apoyar a Rajoy ni al Partido Popular, cierra lo que podría
ser la gran solución, el bloque constitucionalista: Partido Popular, Partido
Socialista y Ciudadanos. Solución que para mí pasaría otra vez por que Rajoy
diese paso a otra persona de su partido y en su defecto a un independiente. Un
profesional con prestigio, experiencia y no comprometido con ninguno de los
tres partidos citados, que formase un gobierno con miembros destacados y preparados
de las tres formaciones.
Así están
las cosas y así las expongo. Nos queda
ahora por ver la capacidad de diálogo y persuasión del rey Felipe VI en su
labor de arbitraje y moderación del funcionamiento regular de las instituciones,
para conseguir evitar ir a unas nuevas elecciones, de incierta resolución.
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