domingo, 27 de julio de 2014

Pujol, todo por la pasta



La reciente declaración del “Muy Honorable” Jordi Pujol,  presidente de la Generalitat de Cataluña durante 23 años, ha conmocionado a la sociedad española.
Ha sido algo inaudito y solo entendible desde el deseo de disculpar a su familia y que esta disfrute un dinero de difícil justificación y sospechoso origen.
Jordi Pujol, liderando el independentismo catalán
Tanto su edad, 84 años, como el absoluto convencimiento de que no le pasará nada en vida, le han hecho dar un paso al frente y al mas puro estilo “Thatcheriano” ha dicho “he sido yo y punto”. Como si su acción fuera una razón de Estado y su decisión consecuencia de la alta política. Nada más lejos de la realidad. Es una chulería, sin más.
Con ello justifica una inmensa fortuna y su depósito en paraísos fiscales. Algo que no hace mucho tiempo negaba por activa y por pasiva, amenazando con querellarse contra los periodistas del diario “El Mundo”, en un ejercicio de hipocresía sublime.
En su momento, se argumentó que todo obedecía a un ataque político contra la pretendida soberanía o independencia catalana. Llegando a la paranoia en el caso de la mediática Pilar Rahola que tachó de puro golpismo la noticia o exclusiva del citado diario.
Nada de lo que está ocurriendo en España, es improvisado. Todo obedece a un sofisticado y elaborado guión, cuyo único fin es evitar que la justicia caiga sobre todos los responsables de este expolio que se ha producido en los últimos años, que nos ha llevado a acumular una deuda impresionante, a tener una tasa de paro insoportable, a sufrir recortes en materias tan básicas y necesarias como la sanidad o la educación y a poner en serias dificultades el sistema público de pensiones.
Casos como el de Urdangarín, que ha propiciado la abdicación del anterior rey Juan Carlos I, el de los ERES andaluces que ha llevado a la dimisión a su entonces presidente Griñan. O el caso Gürtel-Bárcenas que tiene hipotecado al gobierno de la nación y al partido que la sustenta. O las recientes sentencias condenatorias que deben de llevar a la cárcel a Matas y Fabra, en su momento ejemplos de buen gobierno, tal y como nos proclamaba entonces nuestro flamante presidente Rajoy.
Todos estos caso y alguno más, están también relacionados con este último episodio protagonizado por Jordi Pujol i Soley, al que no le ha importado tirar por la borda su honorabilidad y prestigio adquirido durante los difíciles años de la transición. Por la pasta, todo por la pasta.
Pero la sociedad española, no puede cerrar en falso hechos tan graves como los ocurridos. La regeneración, entendida como un noble deseo de futuro, también debe de ser implacable con todos estos sucesos que han llevado a situar a España en el mundo como un Estado bananero, donde la ley y la justicia no son iguales para todos. Y así, de esta ejemplaridad construir un verdadero Estado Social y Democrático, como reza en nuestra Constitución de 1978.
Por España, todo por España.

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