Todo apunta a que hoy el Congreso español aprobará reconocer a Edmundo González como presidente electo de Venezuela, con los votos del PP, Vox, PNV, UPN y CCa, en total 177.
Los países que ya expresaron su aval a Edmundo
González Urrutia son; Estados Unidos, Perú, Uruguay, Ecuador, Costa Rica, Panamá
y Argentina. Ningún país de la U.E. lo ha hecho aun, pero ello no quita para
que España, al igual que ocurrió con el reconocimiento de Palestina, lo haga. Si,
además, en este caso está refrendado por una mayoría del Congreso, miel sobre
hojuelas.
No hay ya ninguna duda racional de quién
ganó las elecciones, ante la falta por parte del gobierno de Maduro de
presentar las actas oficiales.
También
el silencio de Zapatero es elocuente, así como la verborrea de Monedero
escandalosa. Por citar dos políticos españoles muy comprometidos con el actual régimen
de Venezuela.
El asilo dado por el gobierno español es
asimismo otro argumento a favor. La vida de él corría peligro y se ha
conseguido esa mediación para que viniera a España, país elegido por él. Un
gran paso, aunque el Partido Popular por boca de su presidente diga que “se
le ha quitado un problema a Maduro” ¿Era mejor que se quedase allí?
La actual fuerza política ganadora de
las elecciones en Venezuela no queda descabezada en absoluto. Ya que es María
Corina, vetada como candidata, el verdadero alma de esa oposición que ganó
los comicios de forma aplastante (67%) y no el PSUV de Maduro y Cabello
que se atribuyen una victoria con el 51% de los votos sin presentar ningún
documento oficial que apoye ese resultado, alegando ´hackeo´ al CNE (Centro
Nacional Electoral) y una conspiración de la ultraderecha mundial.
Rusia,
China, Cuba, Irán, Siria y Nicaragua, entre otros países, reconocen y apoyan
los resultados ofrecidos por el régimen chavista. Lo que viene a polarizar otra
vez más el mundo. Dos bloques antagonistas, el llamado occidental, con su área
de influencia, y el resto. Esto hace que un problema de índole local se
convierta en un problema internacional, cuya resolución se hace más compleja
por las consecuencias que puede conllevar.
Esta
polarización es la que permite que en pleno siglo XXI haya países que no
respeten los Derechos Humanos o que se vean sometidos a formas de gobierno
dictatoriales, sin horizonte alguno de luz.
Por
último, si el Congreso hoy reconoce a Edmundo González como presidente electo,
el gobierno debe de dar el paso y alentar así a otros países de la Unión
Europea a hacer lo mismo, lo que ayudaría mucho a buscar una solución política
en Venezuela a corto o medio plazo. De lo contrario, al igual que ocurre en
Cuba, puede eternizarse su vuelta a una normalidad democrática.
¡Viva
Venezuela Libre!
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