jueves, 20 de agosto de 2015

Rallo y la desigualdad



Un informe de Intermon Oxfam de enero de 2014, despertó las alarmas del ilustre y joven profesor Juan Rallo, defensor a ultranza de la liberalización total y absoluta de los mercados, a lo que dedicó varios artículos con objeto de poner en evidencia el informe: “Se basa en datos erróneamente manoseados con el ánimo de cocinar soflamas políticas que acrecienten el intervencionismo estatal sobre nuestras sociedades". En cambio da una credibilidad absoluta a la noticia de El Universal de Caracas, donde titula “Pobreza en Venezuela llega a 48,4% de los hogares” ¡Qué barbaridad! Paradojas.
El informe de Oxfam, más allá de lo acertado de los datos y de la forma de interpretarlos, alerta sobre la cada vez más creciente desigualdad económica en el mundo. “Los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez más pobres”. Una forma de llamar la atención sobre el secuestro de la soberanía popular, la democracia, por los comisarios políticos, que a través de los gobiernos y las leyes interfieren a favor de los poderes económicos, “los mercados, esos señores con tanto poder” como decía Francisco González, presidente del BBVA, hace no mucho tiempo.
Y así es, el capital, los mercados o los ricos, quieren atesorar más riqueza y para ello no reparan ni en medios ni en esfuerzos.
Dice Oxfam en su informe tras unas encuestas, que “las leyes están para favorecer a los ricos”, algo parecido a lo que decía nuestro presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, D. Carlos Lesmes, “las leyes están hechas para los robagallinas”, en una clara metáfora de que la ley no es igual para todos. ¿Y qué hace D. Carlos, que no propone su cambio ya? Otra cita de Oxfam hace referencia a Louis Brandeis, que fue miembro del Tribunal Supremo de los EE.UU.: “podemos tener democracia, o podemos tener la riqueza concentrada en pocas manos, pero no podemos tener ambas”.
En cambio, para el profesor Rallo, todo se soluciona haciendo desaparecer la influencia del Estado. O sea, si con el Estado interventor, vemos como este se corrompe a favor del dinero, si nos quedamos sin Estado, se acaba la corrupción, pero entramos en el nuevo feudalismo del siglo XXI: El Neoliberalismo.
El profesor Rallo nos enumera las tres formas o vías de hacernos ricos:
1.     Crear sistemas empresariales
2.     Proporcionar financiación
3.     Proporcionar recursos (bienes o servicios)
La 1 y la 3, son las mismas, con distinto nombre: hacerse empresario o emprendedor, término más de moda. Y la 2, es hacerse banquero.
Como vemos, se olvida del trabajo. El factor fundamental de la producción, pues con capital o recursos, sin trabajo, no se produce nada. Todo necesita una trasformación, que solo el trabajo aporta. Pero para él, el trabajo no cuenta. Es un factor marginal.
Para las 3 formas de hacernos ricos, se necesita un capital. De nada valen las buenas ideas, la disposición, el esfuerzo, etc. sino se cuenta con capital. Y si no lo tenemos tendríamos que pedirlo. Mal comienzo para una empresa, que se inicia con un crédito. Aunque ahora sea algo habitual el brutal endeudamiento de las empresas, que basan su crecimiento en la deuda, detrayendo renta al trabajo para poder hacer frente así al canon financiero.
En fin, teorías inclinadas a un determinado objetivo: justificar la dictadura de “los mercados”.
Pues no Sr. Rallo, sin trabajo no hay nada. Por lo tanto hay que retribuir el trabajo en función de lo que aporta como factor de la producción, y no es poco. Y nos guste o no, tenemos que pagar impuestos para disfrutar de una serie de atenciones y servicios, como son la seguridad, la defensa, la educación, la sanidad, la justicia, las infraestructuras, etc. Como un colectivo que somos, colaborando todos en la medida de nuestras posibilidades y apoyando los que más tienen a los que menos tienen, de forma que crezca el conjunto de la sociedad y no cuatro o cuarenta espabilados.
Y su ejemplo del trabajador con un salario de 15.000 euros que deja en impuestos 9.000 (un dineral), para pagar el Estado de Bienestar, en vez de invertirlos, y que Oxfam no contabiliza como riqueza, será un error de Oxfam. Pero su ejemplo es muy desafortunado. Ese trabajador, por solidaridad colectiva, recupera mucho más del Estado (que somos todos) que lo que le rentaría la inversión recomendada. Y además se encuentra protegido frente a eventuales sucesos imprevistos: desempleo, enfermedad, accidente, etc. Amén de otros.

1 comentario:

  1. Solo un par de cosas para mejorar

    1) El mal llamado anarcocapitlaista no defiende eliminar el estado,solo reducirlo por ende no es anarcapitalista, es un liberal de los del siglo XIX que añora el estado de aquella epoca. Un anarquista defiende eliminarlo por completo

    2) La mejor manera de desmontar a Rallo, un liberal tipico del siglo XIX, es conocerse la historia del siglo XIX. El liberalismo que él defiende no tiene nada de nuevo, por eso es neoliberalismo, el liberalismo del siglo XIX murio en 1929 con el fracaso de las medidas tipicas(no intervención del Estado) para salir de la peor crisis en el capitalismo hasta la fecha, no nos vamos a creer que el liberalismo, ese sistema tan perfecto, murió porque si. El capitalismo sin estado no existe y por eso Rallo no se lo carga, porque lo sabe muy bien. El Estado liberal se transformo en un Estado intervencionista desarrollado por las ideas de Keynes por eso mismo, porque el Estado exista para proteger el capitalismo y con el levantamiento de las ideas comunistas, el Estado tenia que ejercer su papel

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