En artículos anteriores, “¿Construcción?..Sí, pero sostenible” y “Las ObrasPúblicas” ya hice referencia a una actividad que me apasiona, a la que llevo más de 33 años dedicado. Hoy quiero reflejar como está la situación de un sector, la construcción, que redujo en más de once puntos porcentuales (11%) su peso en el PIB(1) durante la crisis, dado que a cierre de 2014 este sector suponía el 9,64% de la economía española, frente al 21,17% que representaba en 2007 o el 14,34% en 1995.
Así, en el primer trimestre de 2008 contaba con 2,679
millones de empleados (12,99% de la población ocupada) y en el primer trimestre
de 2015 con 1,060 millones (6,08%). La caída sufrida por el sector en términos
de empleo ha sido del 60,42% en estos años. ¡Brutal!
Tras esta introducción, en la que he pretendido situar desde un punto de vista económico, FBCF(2), y social (empleo), la importancia y necesidad que tiene toda sociedad de disponer de un sector constructor eficiente, que ejecute y conserve; infraestructuras de transporte o comunicación, de abastecimiento de servicios (agua, electricidad, gas, telecomunicaciones), viviendas, hospitales, colegios, etc. Voy a tratar pues de sintetizar como funciona este mercado, su oferta y su demanda.
La construcción es una actividad que, a diferencia del
resto, no conoce el coste de su producto hasta que el mismo es terminado y
entregado a su cliente. Pero previamente se han fijado las condiciones
contractuales, en ocasiones muy duras, para la ejecución de la obra. Así “el
riesgo y ventura del contratista”, es la coletilla que deriva toda la
responsabilidad sobre él. Confundiendo una empresa constructora con una compañía
aseguradora de precio concertado y producto terminado.
La constructora Agromán (hoy integrada en un gran grupo),
fundada por D. José Mª Aguirre Gonzalo en 1927, tenía un eslogan que se hizo
famoso “En el plazo prometido. En el
precio convenido”. A lo que D. Jose María añadía: “….. con el proyecto
primitivo”. Dado que en la gran mayoría de las ocasiones los proyectos sufrían
diversas correcciones y modificaciones para poderlos llevar a la práctica. Pero esto parece
que se ha olvidado.
En el caso de las Obras Públicas, donde los clientes son
AA.PP.(3), los proyectos
salen a licitación con un precio de referencia, el cual no se puede superar, y
al que las diferentes empresas pujan a la baja para obtener el contrato. Algo
que parece adecuado si dichas ofertas se realizan con criterios puramente económicos
y de rentabilidad.
¿Pero qué ocurre cuando el mercado se rompe y las
exigencias del cliente aumentan?
En el año 2006 se licitaron obras públicas por importe de
casi 47 mil millones de euros. En el 2014, se sobrepasaron por poco los 13 mil
millones. Una caída del 72%.
En esta situación, las empresas pujan más por quedarse un
contrato que le permita mantener la actividad y el empleo, confiar en la
racionalidad del cliente que no pretenda un enriquecimiento injusto y esperar
tiempos mejores. Amén de buscar mercados en otros lugares.
Al mismo tiempo las AA.PP. niegan modificaciones y
liquidaciones en un control presupuestario más de carácter político que técnico y económico.
Situación esta que también se puede llevar al campo de las
obras privadas, donde además concurre la circunstancia de que un determinado
cliente, licita una obra y no vuelve en muchos años, o nunca quizá, a licitar
otra. Pero si se aprovecha de esta coyuntura y de este modelo de contratación para obtener precios "muy
ventajosos", a sabiendas de ello.
La conclusión de todo esto es que cada vez son más los
contratos que se llevan al arbitraje o directamente a los tribunales. Es pues necesario introducir ya en el sector, criterios
sensatos, lógicos y racionales que permitan mantener con decoro una actividad
tan necesaria e importante para cualquier sociedad desarrollada o en
desarrollo. La construcción, pública o privada, necesita una
reconversión profunda que la sitúe en el lugar que le corresponde.
Notas:
(1) PIB: Producto interior bruto
(2) FBCF: Formación bruta de capital fijo
(3) AA.PP.: Administraciones públicas
Vaya tontería de artículo. Simple, superficial y sin rigor intelectual
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