En una semana, el diario El Mundo, ha publicado tal información que pone en cuestión la credibilidad del presidente del gobierno. Este, lejos de salir al paso de forma contundente, sigue con su habitual calma, produciendo con su silencio el efecto contrario de lo que, supongo, se propone.
Esta vez se han publicado unos supuestos mensajes, intercambiados entre Luis Bárcenas, nombrado Tesorero del Partido Popular por Mariano Rajoy en diciembre de 2007 y este. La promoción se debió a su "especial desempeño" en el partido desde 1982. Ahí es nada. Hoy, como toda España sabe, se le han descubierto diversas cuentas por un monto de 50 millones de euros, que ha ido atesorando a lo largo de estos años. Aunque hay indicios muy consistentes, todavía no se sabe a ciencia cierta, el cómo y el cuando de tal fortuna. Descartadas las primeras teorías sobre la compra-venta de cuadros y “el pelotazo” en la bolsa, que por cierto fue más un desastre que otra cosa. Las últimas teorías apuntan a que el dinero realmente puede ser del Partido y no de él. Algo verosímil, si tenemos en cuenta que tratándose de comisiones irregulares, él podría haber distraído un 10% ó 20% del monto total pero nunca tanto. Lo que llevaría a que se han manejado cifras entre 500 ó 1.000 millones de euros. Que a su vez podrían ser las comisiones por adjudicaciones de contratos públicos por importe de entre diez mil o veinte mil millones de euros. Lo que haría ya más sostenible, las abultadas cifras encontradas.
Todo parece apuntar, que esta nueva entrega de “Los papeles de Bárcenas” se ha debido a las vehementes declaraciones del portavoz del partido, Alfonso Alonso, acusando a la oposición de ser la defensora de un delincuente.
Lo que si parece estar claro también, es que se han perdido los nervios, las declaraciones de unos y otros, rayan el despropósito y las cosas cada vez huelen peor. Se está pasando de las palabras a los hechos. De fotocopias a documentos. Y esto ya hace insostenible la permanencia de un gobierno tan sospechoso.
Parafraseando a Pedro J. Ramírez, en su carta de hoy, “Alfonso Alonso debería haberse dado cuenta de que lo que el jardín de Ana Mato ha unido no lo puede separar el hombre”. Está todo dicho.
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