El Cristo de Velázquez |
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido,
para
dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte
Muéveme al fin tu Amor y en tal manera
que, aunque no hubiera cielo, yo te
amara
y aunque no hubiera infierno te
temiera
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.
(Soneto apócrifo)
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