domingo, 13 de marzo de 2011

Fallos imperdonables de nuestro sistema de Estado

Las listas cerradas, impiden votar directamente a quién realmente trabaja o puede trabajar por la circunscripción que representa. Deja en manos del partido el sentido del voto en todas las iniciativas parlamentarias.
Los representantes “elegidos” deben su escaño al aparato del partido e impide que aporten su particular opinión de cualquier asunto, empobreciendo el debate parlamentario y consecuentemente la iniciativa legislativa.
El sistema D'Hondt aplicado por circunscripciones, que prima a las mayorías en perjuicio de las minorías. Distorsionando la iniciativa, la opinión y el voto, en aras de una mejor gobernabilidad. Dando como resultado unas instituciones – Congreso y Senado - que resultan ser más un decorado que unas cámaras legislativas, donde la opinión de los ciudadanos brilla por su ausencia desde el día de las elecciones.

La financiación de los partidos, nunca resuelta hasta ahora, que da alas y cobertura a la corrupción y cruce de intereses entre los poderes fácticos y los poderes constituidos legalmente.

La falta de vocación de muchos de nuestros políticos, que sólo ven en la política una forma de beneficiarse personalmente, sin el más mínimo sentido de lo que es el interés general.

El reflejo de la “partitocracia” en otras instituciones u organismos que pasan a ser meros comparsas de la mayoría que gobierna: Consejo General del Poder Judicial, Tribunal Supremo, Tribunal Constitucional, Banco de España, Consejo de Estado, TV, Defensor del Pueblo y tantas otras.

Y por último, la inanidad del Senado, cámara sin contenido ni continente.

Si corrigiéramos estas cuestiones, con verdadera voluntad de mejora y mirásemos con más aplicación lo bueno de otras democracias occidentales, mejoraríamos notablemente nuestro sistema de estado, acercándonos más al ideal de democracia, que como todos sabemos no es otra cosa que el gobierno del pueblo.

5 comentarios:

  1. Antes de mentar a D'Hondt en vano :) es mejor que te informaras de cuál es el problema (las circunscripciones por provincia). El método de D'Hondt es el proceso para repartir los escaños asignados a cada provincia y su cambio por otra de las alternativas no alteraría casi nada el resultado electoral. Saludos.

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  2. Discrepo de tu opinión. El sistema de reparto que se emplea prima la mayoría sobre la minoría. Reparte los escaños de forma no directamente proporcional a los votos, por lo que no refleja una verdadera representación. Otra cosa es que de "estabilidad a la acción parlamentaria", al diluir la representación de partidos minoritarios.

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  3. Para mi uno de los principales problemas de los regímenes que se llaman a si mismos "democráticos", en la que la voluntad COLECTIVA de los miembros del partido debe imperar, es la DISCIPLINA DE PARTIDO, ya que todos los diputados de una facción están obligados por el partido a opinar sobre un tema de la misma manera, porque si no comparten dicha opinión, no hay ningún mecanismo interno ni externo de CONTROL REAL que asegure que las decisiones son tomadas de manera democrática por todos los miembros.

    Entonces se pueden desligar los intereses partidistas de la democracia.

    Próximamente crearé una entrada en Orbes de FeR sobre este importante tema.

    Un cordial saludo.

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  4. Más importante que el debate de listas abiertas/lista cerrada, es que a los presidentes y alcaldes no los elegimos los votantes en unas elecciones directas.

    Por lo que no existe separación de poderes entre legislativo y ejecutivo, y que el ejecutivo siempre está en una posición de trapecista dependiendo totalmente del apoyo de las cúpulas de los partidos, especialmente del partido bisagra que tendrá un mayor poder que el que le corresponde por su número de votantes.

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  5. Hay otra cuestión más importante que la discusión lista abierta/listas cerradas: elegir a los alcaldes y presidentes en unas elecciones directas.

    Con esto habría una separación de origen entre legislativo y ejecutivo, el ejecutivo sería una institución fuerte al no depender del apoyo de las cúpulas de los partidos; en especial del partido bisagra de turno que termina teniendo un poder mayor que el que le confiere su % de votos.

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