domingo, 4 de agosto de 2024

Pedro Sánchez, un trilero

             La R.A.E. (Real Academia Española de la Lengua) define el trile como “un juego callejero de apuestas fraudulentas que consiste en adivinar en qué lugar de tres posibles se encuentra la pieza manipulada”. Y no es así, todo el truco del trile es hacer ver que está en un sitio cuando hábilmente se ha puesto en otro. Una ilusión óptica. Eso sí, si casualmente el apostante acierta, los compinches que están alrededor del trilero forman un follón que hace difícil o imposible cobrar la apuesta.

        ¿Qué hace Pedro Sánchez?, lo mismo. Crea una ilusión en forma de ley para ganarse la confianza. El apostante juega, pero la bolita no está ahí, está en otro sitio. Si realmente acierta el lugar, los ganchos forman el follón. Y la apuesta no se cobra, como ocurre con la amnistía y ocurrirá con el concierto fiscal catalán.

Puigdemont dijo en su día que nunca le compraría un coche de segunda mano a Sánchez. Pero a la primera oportunidad que tuvo le compró uno, la amnistía. Al principio no le gustaba y se lo devolvió. Pero Sánchez se lo repasó, lo puso más atractivo y coló. Ahora el coche no funciona. Mientras tanto, concurrían las elecciones catalanas y el PSC con Salvador Illa a la cabeza las ganó de forma contundente. Puigdemont no encajó el gol y se puso a despotricar, a exigir y a amenazar. La última es qué volverá a España, tras casi siete años fugado, aunque le detengan y entré en prisión. Otro gol más, de ser así. Pedro Sánchez anunció en su día que traería a Puigdemont a España, pero parece que quiere venir él solo, sin que le traigan.

Hay que reconocer qué más allá de la afinidad o rivalidad política que se tenga, Pedro Sánchez ha demostrado que es más listo que ninguno. Hasta ahora, aun perdiendo la primera partida, logra imponerse al final y llevarse “el gato al agua”. Viene ocurriendo desde 2016.

En el País Vasco ha apoyado la investidura de Pradales (PNV) sin que Otegi (BILDU) haya dicho esta boca es mía. Ahora en Cataluña se ha llevado al huerto a Rovira, Aragonés y Junqueras. Cuando se quieran cobrar esta apuesta, concierto fiscal, otra vez los ganchos formarán el follón y se quedarán sin cobrar.

Todos estos trucos los consigue además con una coyuntura positiva, a pesar de las críticas al respecto de la oposición que escudriñan en los datos para destacar algo negativo. Pero la realidad se impone; España crece, el IPC está bajando, el empleo subiendo y la legislatura avanza. No sé hasta cuando, pero sí que el tablero político no invita a mucha fiesta. Una mayoría absoluta del Partido Popular es impensable hoy. Vox sigue aguantando, pero no crece. Sumar y Podemos rivalizan por ser el referente de la izquierda comunista. Y los partidos periféricos (PNV, ERC o JUNTS) pierden fuelle.

*Reproducción de la columna nº 108 publicada en 𝕏 (3-8-24)

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