La R.A.E. (Real Academia Española de la Lengua) define el trile como “un juego callejero de apuestas fraudulentas que consiste en adivinar en qué lugar de tres posibles se encuentra la pieza manipulada”. Y no es así, todo el truco del trile es hacer ver que está en un sitio cuando hábilmente se ha puesto en otro. Una ilusión óptica. Eso sí, si casualmente el apostante acierta, los compinches que están alrededor del trilero forman un follón que hace difícil o imposible cobrar la apuesta.
¿Qué hace Pedro Sánchez?, lo mismo. Crea una ilusión en forma de ley para ganarse la confianza. El apostante juega, pero la bolita no está ahí, está en otro sitio. Si realmente acierta el lugar, los ganchos forman el follón. Y la apuesta no se cobra, como ocurre con la amnistía y ocurrirá con el concierto fiscal catalán.Puigdemont
dijo en su día que nunca le compraría un coche de segunda mano a Sánchez. Pero
a la primera oportunidad que tuvo le compró uno, la amnistía. Al principio no
le gustaba y se lo devolvió. Pero Sánchez se lo repasó, lo puso más atractivo y
coló. Ahora el coche no funciona. Mientras tanto, concurrían las elecciones
catalanas y el PSC con Salvador Illa a la cabeza las ganó de forma contundente.
Puigdemont no encajó el gol y se puso a despotricar, a exigir y a amenazar. La
última es qué volverá a España, tras casi siete años fugado, aunque le detengan
y entré en prisión. Otro gol más, de ser así. Pedro Sánchez anunció en su día
que traería a Puigdemont a España, pero parece que quiere venir él solo, sin
que le traigan.
Hay
que reconocer qué más allá de la afinidad o rivalidad política que se tenga,
Pedro Sánchez ha demostrado que es más listo que ninguno. Hasta ahora, aun
perdiendo la primera partida, logra imponerse al final y llevarse “el gato al
agua”. Viene ocurriendo desde 2016.
En
el País Vasco ha apoyado la investidura de Pradales (PNV) sin que Otegi (BILDU)
haya dicho esta boca es mía. Ahora en Cataluña se ha llevado al huerto a
Rovira, Aragonés y Junqueras. Cuando se quieran cobrar esta apuesta, concierto
fiscal, otra vez los ganchos formarán el follón y se quedarán sin cobrar.
Todos
estos trucos los consigue además con una coyuntura positiva, a pesar de las
críticas al respecto de la oposición que escudriñan en los datos para destacar
algo negativo. Pero la realidad se impone; España crece, el IPC está bajando,
el empleo subiendo y la legislatura avanza. No sé hasta cuando, pero sí que el
tablero político no invita a mucha fiesta. Una mayoría absoluta del Partido
Popular es impensable hoy. Vox sigue aguantando, pero no crece. Sumar y Podemos
rivalizan por ser el referente de la izquierda comunista. Y los partidos
periféricos (PNV, ERC o JUNTS) pierden fuelle.
*Reproducción de la columna nº 108 publicada en 𝕏 (3-8-24)
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