domingo, 23 de abril de 2017

LA TRAMA

Hace unos días otro autobús comenzó su gira por Madrid. En esta ocasión, curiosamente, bendecido por los permisos municipales que veían todo en regla y lo que es peor, sin que la fiscalía viera ningún delito en ello a pesar de denunciar a personas que nunca se han visto imputadas o investigadas por casos de corrupción; José Mª Aznar, Felipe González o Eduardo Inda, entre otros, por muchos recelos que haya. Toda una vulneración del derecho al honor que nuestras leyes reflejan de forma expresa:

“Conforme al artículo dieciocho, uno, de la Constitución, los derechos al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen tienen el rango de fundamentales, y hasta tal punto aparecen realzados en el texto constitucional que el artículo veinte, cuatro, dispone que el respeto de tales derechos constituya un límite al ejercicio de las libertades de expresión que el propio precepto reconoce y protege con el mismo carácter de fundamentales. Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo

Y justo en estos días se ha desarrollado una operación por la U.C.O de la Guardia Civil que ha culminado con la detención e ingreso en prisión incondicional del que fue presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid entre 2012 y 2015, Ignacio González, mano derecha durante 20 años de Esperanza Aguirre que ha visto así como otro de sus más íntimos colaboradores era acusado de prácticas corruptas en beneficio propio.

Hace unos años, me llamó poderosamente la atención un artículo escrito en
L. Bernaldo de Quirós
ABC por Lorenzo Bernardo de Quirós, en el que defendía o mejor dicho distinguía entre el corrupto y el corruptor, de forma que apelaba a la necesidad que podría tener un empresario para pagar “mordidas” al político de turno si quería mantener su empresa a flote y consecuentemente el empleo. Algo que te hacía entrar en una difícil dicotomía, pues se trataba de establecer quien era el corrupto y quien el corruptor.

¿Es siempre el empresario el que tienta al político con dinero y prebendas ablandando la voluntad y la honestidad de este? o ¿es el político el que obliga al empresario a pagar una comisión si quiere ser proveedor o contratista de las AA.PP.?

I. González, expresidente CAM detenido
Como verán la cuestión no es fácil de determinar. Para mí que existen los dos tipos: Políticos que desarrollan su carrera para medrar y enriquecerse fácil y cobárdemente con los caudales públicos, extorsionando a los empresarios y empresarios que sobornan a los políticos de conciencia y principios débiles para obtener réditos de una forma fácil y sencilla.

En ambos supuestos el uno sin el otro nunca sobreviviría y en consecuencia debería ser el actor pasivo -político o empresario- el que denunciara estas tramas para acabar con ellas de forma radical.

Algo que mientras no ocurra no nos dejará pensar que hay víctimas de la corrupción más allá de los ciudadanos que con sus tasas e impuestos sostienen los presupuestos públicos.

Por ello solo con el compromiso de las personas honestas – la inmensa mayoría- se puede acabar con esta lacra que desde los años 80 se ha apoderado de nuestra economía, alcanzando su cénit entre 2000 y 2008, y que ha causado un tremendo daño al bienestar general de los españoles, al empleo y a la credibilidad de su sistema político. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario