Tras las elecciones del pasado día 22 de Mayo, el mapa autonómico y local ha dado un gran vuelco. Queda menos de un año para la convocatoria de elecciones generales, si no se adelantan, y todos los partidos están ya más pensando en ello que en el trabajo diario. Mala cosa, tal y como está la situación. Pero es lo que tenemos.
En el PSOE, han dispuesto a su nuevo piloto: Alfredo Pérez Rubalcaba. Político con gran experiencia, sagaz e inteligente, pero no lozano. Sale del mismo plantel que nos ha gobernado estos últimos años, por lo que no podemos esperar grandes cambios en la orientación de su política.
En el PP, continúa Mariano Rajoy, pese a todo. Es la tercera vez que se presenta para tal menester. Si algo hay que destacar de él, es su perseverancia y aguante a todo tipo de maniobras surgidas para apartarle. Dejar pasar el tiempo y no hacer nada, tan solo esperar, puede ser el catalizador que por fin le lleve a La Moncloa.
El resto de partidos, ejercen su labor de comparsas de este teatro de la democracia, en el que hemos convertido a nuestro país. Hoy tú, mañana yo y después tú. Con un acontecer político que carece de ideas y de innovación. Sometido a esos otros poderes fácticos, que son los que realmente marcan el camino a seguir, quedando para los poderes legítimos la tarea de dar cobertura legal a tales designios.
Parece mentira pero no lo es. Entre tantos millones de españoles, no surge ningún líder ni grupo nuevo, no hay nadie capaz de pronunciarse e inyectar nueva savia al árbol. No hay ideas ni objetivos nuevos, como si lo vivido en estos últimos años hubiera sido algo fructífero que hay que conservar. Que no necesita de reformas profundas.
Es “vox populi” que nuestro estado requiere de una profunda reestructuración de sus instituciones. Contaminadas por el sistema electoral de partidos y mayorías, que como una mancha de aceite llega a todas, convirtiéndolas en un fiel reflejo del reparto de escaños del Congreso y en consecuencia anulando su independencia y aportación a un equilibrio institucional necesario e imprescindible para un funcionamiento eficaz. Donde la justicia y el interés general, sean los referentes del progreso y la convivencia en paz de nuestra sociedad.
Por eso me pregunto ¿no hay nadie más?
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