Iglesias en los premios Goya-2018, con Sánchez y Garzón. |
Corría el año 2011 cuando en mayo de ese año, sin saber
como ni de que manera, surgió un movimiento juvenil reivindicativo, espontáneo, el 15-M, “indignados… y cansados ya” de tanta
corrupción, de una horrible crisis que destruyó millones de empleos y miles de empresas, de tanta
endogamia y tanto nepotismo. Eran ya los últimos meses del segundo gobierno de Rodríguez Zapatero. Los manifestantes
ocuparon la Puerta del Sol en Madrid, donde permanecieron varias semanas, sin
que se produjera su desalojo. No faltó entonces quien culpaba al ministro del
interior, Pérez Rubalcaba, de su
parsimonia y tolerancia.
Al año siguiente, una gran manifestación ocupó de nuevo la
plaza, era mayo de 2012.
Spanish Revolution había nacido.
Dos años después (marzo-2014) nació PODEMOS, un partido surgido a la sombra de ese movimiento pero que
no tenía nada que ver con él. Previamente, los medios de comunicación,
especialmente La Sexta Tv, habían ido conformando una especie de líder, con un
profesor universitario de ideología comunista y bastante revolucionario. No
obstante, comenzó dando un perfil moderado y reivindicativo. No era difícil en
ese contexto político, económico y social, acertar con el diagnóstico. Otra
cosa sería dar con las soluciones.
Ese mismo año de 2014, en mayo, obtiene en las elecciones
al Parlamento Europeo, cinco escaños. Todo un éxito. De la nada a 5 escaños en
2 meses. Así, ya en las elecciones de 2015, tanto locales como generales,
consigue un mayor éxito aún. Y llega a gobernar ayuntamientos tan importantes
como Madrid y Barcelona.
En las elecciones generales que se repiten en 2016, obtiene
en coalición con Izquierda Unida, 71
escaños, quedando la tercera fuerza política española, por detrás del Partido
Popular y del PSOE. Fue el momento álgido de la formación liderada por Pablo Iglesias. Aunque la potencial sinergia de
la coalición no les dio más votos que por separado.
Manifestación del 12 de mayo de 2012 |
A partir de entonces, tras destaparse su verdadera intención
y su ideología comunista, comenzó el punto de inflexión. Pronto le vimos de ´smokíng´ en la gala de los premios Goya de 2016, mientras iba a una audiencia
con el jefe del Estado en mangas de camisa. Su impostura quedaba al
descubierto. Sus contradicciones también, como quedó demostrado con la
adquisición de un magnífico chalet en Galapagar (Madrid) olvidando su modesta
vivienda de Vallecas de la que tanto alardeaba. La vida le había cambiado a él, antes que a los que decía defender.
Pronto también empezó la crítica interna y las desavenencias
entre los diferentes círculos y/o mareas. En Andalucia, Teresa Rodríguez y sus esposo, José
María González, Kichi. Más tarde Carolina
Bescansa, Dante Fachín y Xavier Domènech, después Manuela Carmena, Rita Maestre
y ahora Iñigo Errejón, que ya antes
le había desafiado en un congreso en Vista Alegre (Feb-2017).
Las bases de PODEMOS,
ya están algo desconfiadas con su líder, y no debemos de descartar una moción
de censura. Pablo Iglesias y su esposa Irene Montero, ya son de La Casta, o pretenden serlo, antes que
solucionar los problemas de la gente que en ellos y ellas confiaron.
Adiós
Pablo, ha sido un placer conocerte y más aún despedirte. Hasta nunca.
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