Si uno vuelve hoy a oír muchas de las declaraciones de
Sánchez-Castejón, no da crédito a ellas. Desde las declaraciones sobre el
delito de rebelión presuntamente cometido por Puigdemont, Junqueras, Forcadell,
etc., hasta defender una justicia independiente, no politizada, pasando porque
en un gobierno suyo no habría cabida para un miembro/a que crease una sociedad
para pagar menos impuestos. O que nunca gobernaría con el apoyo de Podemos o de
los independentistas. Todas son un cúmulo de falsas declaraciones, que hoy ya
con el poder en sus manos ha dejado evidente. Dejamos al margen la contratación
de su esposa en una empresa privada o su inclinación a viajar en avión de
Estado, para cualquier cosa.
Hoy, a pesar de no contar con apoyos para aprobar los
presupuestos, sigue enrocado en su posición de presidente del gobierno, sin la
más mínima intención de convocar elecciones. Algo que le debería de pasar una
cara factura, al poco que entre los españoles resurja la inteligencia y la
razón.
En este video, el anterior presidente, Mariano Rajoy, muy premonitorio él, calificaba al actual presidente de bluf. ¡Qué razón tenía!
Sirva esto de ejemplo para que nos demos cuenta que una
cosa es hablar y otra es gobernar.
Para gobernar solo es
necesario:
1.- Claridad y honestidad de ideas.
2.- Cero intereses.
3.- Trabajo, mucho trabajo.
Con estos 3 ingredientes
el progreso, el bienestar y la convivencia están garantizados.
Veamos:
La claridad y honestidad en las ideas es la base para
desarrollar un programa de gobierno, que satisfaga a una gran mayoría de
españoles. Tampoco se puede tratar de gobernar para que todos estén contentos.
Eso es imposible.
Hay que exponer con rotundidad las líneas directrices y
como se van a implementar.
El empleo digno y bien remunerado, una educación de nivel
y sin adoctrinamientos, una sanidad eficiente pero no permisiva, una política
fiscal justa y progresiva, la independencia del poder judicial, el control
exhaustivo de la inmigración ilegal, la igualdad de todos los españoles en
derechos y deberes, el no aforamiento de cargo o empleo alguno más allá de lo
que el mismo lleve aparejado y el castigo ejemplar de cualquier acto de
prevaricación, cohecho o corrupción. Deberían de ser esas líneas maestras en las
que apoyarse en la tarea de gobierno.
Con ellas, habría que aparcar los intereses personales y
familiares para otros momentos. No dejarse influir por “lobbys” o grupos de presión
con intereses muchas veces contrapuestos al interés general. Conciliar el
beneficio empresarial con los salarios, de forma que la codicia y la usura
desaparezcan de nuestro mapa social.
Para ello sin duda hay que trabajar mucho, viajar menos,
lo imprescindible, y sobre todo tener los objetivos claros de forma que se
puedan ir evaluando, sino mes a mes, al menos año a año.
Insisto, gobernar es fácil, no se pueda contentar a todos
y a todas, siempre habrá desestabilizadores, vagos, maleantes y caraduras, cuyo
objetivo es vivir sin dar ni golpe. Y a estos es a los que hay que identificar,
denunciar y aislar.
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