sábado, 30 de septiembre de 2017

“Independence day”



Como en aquella película de ciencia ficción de hace unos años, mañana viviremos en España una jornada particularmente especial.
En esta ocasión no son seres de otro planeta los que tratan de invadirnos. Son naturales de la región catalana que aupados en la sinrazón y el egoísmo pretenden separar las cuatro provincias catalanas de sus raíces más profundas.
Cientos de años de historia, cultura, convivencia y destino, quieren ser tirados a la basura, olvidando los más mínimos requerimientos para que una acción así pueda ser refrendada por el ordenamiento jurídico nacional e internacional.
Este movimiento secesionista siempre ha existido, no es nuevo. Pero siempre ha sido un movimiento residual y poco relevante. Pero en esta ocasión, tras sumar el antiguo partido catalán Convergencia sus votos a la izquierda catalana ERC y a los radicales y antisistema de la CUP, sus apoyos rondan el 50%. Algo que se muestra insuficiente también para ese paso definitivo que pretenden dar.
El giro de Convergencia a esta actitud radical, ilícita y rebelde, tiene sus orígenes en la acción policial que se ha llevado a cabo estos últimos años contra destacadas figuras del partido, entre las que sobresalen Jordi Pujol y su familia, que durante más de 20 años han estado saqueando los caudales públicos en su propio beneficio. Algo que, paradójicamente, ha llevado a muchos catalanes a solidarizarse con su antiguo dirigente y a reclamar un estado independiente donde la amnistía a Jordi Pujol y familia, sería una de las primeras medidas a tomar.
Pero volvamos al terreno de la realidad.
“El procés” es inviable por muchas razones. La primera sin duda alguna es porque no se puede actuar fuera de la ley y las consecuencias pronto las veremos. Después, porque la interacción de la sociedad catalana con el resto de naciones occidentales y democráticas, en ordenes económicos (UEM, OCDE, FMI…), políticos y sociales (UE, ONU…), y militares (OTAN), crearían una situación insostenible y quimérica durante muchos años, que acarrearía una caída del nivel de vida y bienestar social. Algo que además se vería muy perjudicado por las graves repercusiones que tendrían con el resto de regiones del hoy Estado Español, al descolgarse de una forma traumática e improvisada.
En definitiva, creo que vamos a asistir a unas tensas jornadas, donde se utilizarán las artes y prácticas más miserables para obtener un rédito personal a costa del malestar y perjuicio de muchos ciudadanos.
La solución: aplicar la ley en toda su extensión sin miedo al que dirán. Todo es una chapuza que debe de terminar con el arresto y puesta a disposición judicial de todos sus cabecillas, suficientemente probado y conocido. No hay más.

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