De siempre me ha sorprendido la importancia que se da a la publicidad en los medios. No son pocos los que se sustentan de ella, sin otros ingresos conocidos. Hoy en el llamado mundo digital, también se ha convertido en la generación de ingresos por excelencia.
Según un informe de InfoAdex, Internet fue el único medio donde la publicidad creció el 1,8% durante 2013. Mientras el total del mercado publicitario mostró una desaceleración del -3,7%, frente al -9,9% del año anterior. Así el mercado publicitario se situó en un volumen de 10.461,3 millones de euros frente a los 10.858,8 millones de 2012. Cifras importantes.
Y aquí es
donde voy. Como usuario de Internet, leo periódicos, interactúo en las RR.SS. y
accedo a páginas de diferentes contenidos. Todas incluyen publicidad. En
algunas es insoportable la misma, debido al tiempo que permanece en la pantalla
o siendo casi imposible ocultarla. Es intrusiva y nada respetuosa con la
voluntad ajena.
Algo
parecido ocurre con esas llamadas telefónicas que a cualquier hora te intentan
vender un determinado producto o servicio, irrumpiendo en tu intimidad.
Actitudes
así crean el efecto contrario al deseado, es decir, un rechazo a la marca o
producto publicitado.
Algunas
televisiones, conscientes de ello, han reducido sus bloques publicitarios en
películas o programas de interés, para no crear ese rechazo a la cadena en
cuestión.
La
mercadotecnia o ´marketing´, da un excesivo peso a la publicidad, y yo
sinceramente no creo que haya una medición real y efectiva del éxito
publicitario si no va avalado con una relación calidad/precio destacada, en
cuyo caso bastaría el “boca a boca” simplemente para dar conocimiento de un
producto o servicio y el crecimiento de su demanda haría el resto.
Si es
cierto también que alguna técnica publicitaria, muy desarrollada, afecta al
subconsciente, bien a través de la música, de la imagen, de la historia o del
mensaje que emite. Pero también lo es, insisto, que dicha publicidad vaya
soportada por un producto o servicio de calidad.
Si
trasponemos lo comentado a la publicidad o propaganda política, nos será más fácil
comprender lo que expongo. ¿Puede un mensaje falaz, sin soporte, cambiar el
sentido de un voto? ¿Es rentable el dinero invertido en ello? ¿No son mejor
publicidad los hechos y los resultados?
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