miércoles, 11 de abril de 2012

¿Reforma o chapuza?

¿Quién no recuerda a esos personajes de tebeo, Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio? Lo que nos reíamos con sus aventuras. Ahora, otros Pepes y otros Otilios con sus chapuzas ya no nos hacen reir, más bien nos hacen llorar y mucho.

Hoy, tras la segunda reforma laboral en menos de 2 años, el empleo se sigue destruyendo. Se esperan 600 mil puestos de trabajo menos para este año. ¡Vaya Chapuza!
La primera Reforma que marcaba las líneas directrices de la actual, también sufrió una huelga general el 29-S de 2010, que tampoco sirvió más que de “pataleta rabiosa”.  Todo ello viene a determinar que más que las condiciones que regulan la relación laboral en nuestro país, hay otras cuestiones que han incidido e inciden de forma más notable en estas altas tasas de desempleo que soportamos en España. 

Yo en primer lugar, tras analizar los datos al respecto del I.N.E. tras nuestra entrada en la moneda única Europea en 2002 hasta hoy, me atrevería a decir que un factor muy importante de estas altas tasas de paro, es el crecimiento de la población activa, que ha pasado de algo más de 18 millones de personas a más de 23 millones, o lo que es lo mismo más de un 26% en estos diez años. Curiosamente, la población inactiva se ha reducido en algo más de medio millón de personas. Y hoy tienen empleo casi 1,5 millones de personas más que a finales de 2001. A su vez, el número de pensionistas ha aumentado en un millón de personas.
Este crecimiento de la fuerza laboral, obedeció a una demanda para atender las necesidades de entonces. La actividad crecía y se requerían muchos más recursos humanos. Ante la falta de autóctonos, se facilitó y propició la llegada de personas de otros países del mundo, comunitarios o no comunitarios, que encontraron en España una forma de vida a veces mejor que en su lugar de origen y establecieron aquí su residencia. Eran tiempos felices. Los empresarios año tras año, crecían en tamaño, reventaban las marcas de beneficio y reclamaban más recursos humanos. Así llegamos al cenit, allá  por septiembre de 2007, con algo más 20,5 millones de empleos. A partir de entonces, en principio los rumores de los voceros adiestrados y más tarde los acontecimientos, pusieron fin al "edén". Acabaron con la confianza y empezó a cundir el pánico, propiciando el ahorro histérico y retrayendo el consumo.

No obstante, con estos datos expuestos se podría concluir, que a pesar de todo lo malo que hemos hecho en España y de la crisis internacional que nos azota, el crecimiento conjunto de estos últimos diez años tiene cuestiones positivas. Cuestiones que se podrían traducir en que una vez que comience de verdad la superación de esta etapa de economía convulsa, contaremos con una fuerza laboral mucho más fuerte y numerosa, que debería provocar un crecimiento ordenado, sostenido y sostenible.

Aprender de los errores de la burbuja inmobiliaria y el endeudamiento irracional. Acabar con el fraude y la corrupción, para sentar las bases de un Estado moderno, democrático y socialmente responsable.
Para ello habrá que trabajar de forma dura y constante, con salarios y relaciones laborales justos y equitativos, lo que nos llevará a incentivar el consumo y a restablecer la confianza, que son los dos motores de fuerza de la economía. Y dejarnos de hacer chapuzas, que solo atienden a los deseos de algunos codiciosos "empresarios" que parecen haber secuestrado el sentido común de sus homólogos y de algunos políticos.

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