“Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete
ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios” (Apocalipsis
de San Juán 16.1)
Esta pandemia que comenzó a hacerse patente a finales de
diciembre, tuvo su origen en Wuhan, capital de Hubei, China. Ciudad situada al
sureste, con una población algo mayor de once millones de personas.
Todos recordaremos aquellas noticias donde veíamos fumigar
las calles mientras la población era recluida en sus domicilios. Lo veíamos
todo tan lejos que no calibrábamos bien la posibilidad de vernos nosotros también
inmersos en esa situación. Como así ha ocurrido.
Fue a finales de enero cuando se detectó el primer caso en
La Gomera (Canarias) en un grupo de ciudadanos alemanes. Tal que uno de ellos
fue aislado e internado en un centro sanitario, recibiendo el alta después de 15 días.
Situación de algunos países a 30 de marzo |
Todo seguía viéndose como algo remoto y difícil de
propagarse si no había habido contacto con nadie del lugar del origen de la
infección.
Pero poco a poco, se fueron produciendo las alertas,
consejos de la OMS – Organización Mundial de la Salud- y el virus se hizo muy
presente en Italia, en la región de Lombardía, convirtiéndose en el foco de
infección de Europa, a finales de febrero. De allí saltó a España.
Hoy, ya está prácticamente extendido por el mundo en una
forma de propagación retardada, va apareciendo en diferentes países que
replican lo ocurrido. Desde España hasta Ecuador.
La letalidad o capacidad de matar del virus es alta, sobre
todo en la denominada población de riesgo; personas mayores de 70 años y/o con
enfermedades crónicas previas. Aunque ya hay casos de personas jóvenes e
incluso algún niño, no es lo normal pero ha ocurrido.
Militares españoles fumigan una estación de autobuses |
Las soluciones médicas inmediatas es administrar
medicamentos antivirales conocidos y en los casos más extremos administrar oxígeno
de forma artificial, ya que una de las afecciones más notable, al margen de la
fiebre o tos seca, es la dificultad para respirar y el deterioro del sistema
respiratorio.
Dar con el medicamento más eficaz y con la vacuna nos
llevará tiempo, mientras, las medidas de aislamiento, protección (mascarillas y guantes), higiene (lavarse bien las manos con frecuencia) y ausencia de
contacto (distancia de separación), son las más eficaces para detener la propagación, que lleva a saturar
los servicios sanitarios, dimensionados para tiempos normales, no para una
situación del calibre actual.
Es difícil prever cuando se volverá a la normalidad. Yo
creo que solo la inmunización de gran parte de la sociedad, hallar el
medicamento eficaz y una vacuna, podrán devolvernos a todos la confianza y
alejar el temor de nuestras vidas. Pero siempre y durante muchos años será difícil
olvidar estos momentos.
Es pues, hora de La
Esperanza, de volver la vista atrás, de corregir nuestros defectos humanos,
de asumir con humildad que el hombre y la mujer somos seres de La Naturaleza Todopoderosa, los
creyentes decimos Dios. No estamos
solos.
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