Si hay un
valor que mejor define un estado democrático es la libertad de expresión. Existiendo
esta, el resto de libertades; opinión, reunión, manifestación, movimiento,
residencia, etc., están garantizadas.
Cuando el
otro día se produjo el terrible y criminal atentado contra Charlie Hebdo, semanario satírico francés -como otros más conocidos en España, léase
El Jueves o Mongolia- en la que asesinaron a 12 personas, una voz casi unánime
en los medios y en las RR.SS., convirtió la brutal acción en un ataque a la
libertad de expresión. No se estaba atacando de forma indiscriminada a la
población para causar terror, que es lo que hacen los terroristas motivados por
una u otra excusa, no.
Se estaba
atacando a la libertad de expresión. ¡Toma ya!
Caricaturizando al profeta Mahoma o con alegorías insultantes a su
culto. También lo hacía con la religión cristiana, en un humor difícil de
entender. Y digo difícil de entender, por que si una persona no es creyente, la
mejor forma de demostrarlo es no tener en cuenta nada relativo a la religión. Vivir
su vida e impedir que la religión le afecte la misma. Algo fácil en países
libres, acofensionales y democráticos.
En esta ocasión, un periódico como La Razón, se ha llevado elogios sin
igual por reproducir en su portada una de las habituales mofas del semanario
francés y pronunciarse “Todos somos Charlie Hebdo". La crítica la ha definido
como una portada valiente.
Bueno, pues “Je ne suis pas Charlie Hebdo” porque: "Bajo
la libertad de expresión no se puede amparar la mofa ni el insulto a otras
ideas, creencias o religiones".
La locura
y el crimen no se pueden justificar nunca,
pero "El Mal" está ahí también. No lo olvidemos.
Estoy de acuerdo contigo amigo Adan, lo de la razón me ha resultado repulsivo, hipócrita y oportunista, vamos que se ha maquillado de "progresista", ya podemos decir que los de la Razón son también blasfemos.
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