Visto para sentencia |
A la
Justicia se le considera la primera de las virtudes de una sociedad. Que la
justicia sea objetiva, ágil y eficaz, depende de muchos factores. Entre ellos
los más notables serían:
El
primero, la existencia de poderes realmente independientes. Algo que en España
cada vez es más evidente y notorio que no existe. La interacción de unos y
otros es manifiesta. Se confunde colaboración con intromisión.
En
segundo, la imperiosa necesidad de una
simplificación y refundido legislativo, con
una cantidad proporcionada de leyes, suficientemente claras y concisas, que
evite tanta interpretación personal y tanto subterfugio. Más de cien mil leyes
forman el cuerpo de nuestro ordenamiento jurídico ¿No es absolutamente
exagerado?
En tercer
lugar, la agilidad necesaria en los procesos, sin perder ese principio de ver
las cosas tras un conveniente periodo de reflexión y lejos del momento en que
acaecen, sin que ello signifique demoras en los trámites de años y años, perdiendo
la eficacia de su aplicación y su función de ejemplaridad.
En cuarto
lugar, la necesaria y tan solicitada modernización de las oficinas judiciales,
que sin perjuicio de mantener aquellas pautas irremplazables, permita
incorporar las nuevas tecnologías en todo su desarrollo.
Manuela Carmena |
Y en
quinto y último lugar, acabar con todas esas prácticas, que ya en su día
denunció Manuela Carmena (1), en su excelente libro “Crónica de un desorden (Alianza Editorial. 1997)”. Y que
casi 20 años después, parecen seguir siendo habituales.
La
voluntad de acometer y solucionar estos lastres que arrastra nuestro sistema
judicial desde hace muchos, muchos años, significaría que de verdad la sociedad
española tiene establecido un estado parlamentario, democrático y social. Por
que sin Justicia no hay Estado.
Y es que
no hay día que no nos desayunemos alguna
noticia que deja muy en entredicho al sistema judicial. Hemos convertido a los
jueces en estrellas mediáticas, aplaudidas por unos y denostadas por otros.
Así vemos como un juez es cuestionado y desautorizado en su instrucción, un
fiscal actúa de defensor de un imputado, recurriendo el auto del juez
instructor o un más que presunto delincuente se pasea como si nada o inclusive
chantajea a la justicia
¿Hasta cuando?
(1) Manuela
Carmena, ex-magistrada; fue abogada laboralista, jueza de vigilancia penitenciara y decana de
Madrid, así como vocal del Consejo
General del Poder Judicial.
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