sábado, 2 de junio de 2018

No es un golpe de estado


Mariano Rajoy Brey, presidente del gobierno 2011-2018
No es un golpe de estado, como algunas voces nos quieren hacer creer. No, es un golpe democrático. Los representantes del 61% de los votos de las últimas elecciones se han unido para echar a Mariano Rajoy Brey de la presidencia del gobierno. Una moción de censura en tiempo record ha terminado con su carrera política.
Nada que reprochar al proceso ni al resultado.
Ahora bien, tras ese objetivo común alcanzado al unísono por 180 diputados de siete partidos diferentes y antagónicos en muchos de sus planteamientos, ¿serán capaces de llegar a acuerdos para legislar y gobernar? Yo lo veo difícil, por no decir imposible.
Son 84 diputados del PSOE los que tienen sobre sus espaldas la tarea de reconducir la situación a una plena normalidad. Pero tendrán que pedir permiso hasta para ir a los aseos. Es lo que hay. Veamos.
Pedro Sánchez, nuevo presidente, rodeado de su equipo
En primer lugar ya hemos visto poner sobre la mesa el modelo de Estado. Algo que sí se puede revisar desde una situación de consenso, de alta estabilidad y de grandes miras, pero nunca desde el rencor y la venganza.
El tema de Cataluña, ahí está. Con la diferencia de que ahora ERC y PDeCat, tienen algo que decir, tanto en el Congreso como en el Gobierno. No olvidemos que algunos de sus miembros significados están huidos de la Justicia o en prisión actualmente.
Pablo Iglesias, hombre fuerte en la moción a Rajoy
También, “el apoyo sin condiciones” de Pablo Iglesias se ha convertido ya en una solicitud de gobierno de coalición que, de momento, no tiene perspectivas de cuajar, según ha respondido Margarita Robles: "No habrá ministros de Podemos. Sánchez dijo que habría un gobierno en minoría".
Y otros temas, de no menor enjundia, como; la reforma laboral, la ley Mordaza, la renta básica, la independencia judicial, el modelo educativo y sanitario, las pensiones, la deuda pública, el déficit, los Impuestos, etc. etc. serán temas controvertidos, donde llegar a un acuerdo será tarea cuasi-imposible, dadas las diferencias conceptuales que hay en sus planteamientos elementales.
Una cosa si puede hacer, sin tener que contar para nada con sus socios de investidura: Convocar elecciones lo antes posible. Aunque también vistas las dos últimas convocatorias en 2015 y 2016, poco se puede esperar en cuanto a la consolidación de una mayoría suficiente y capaz, con objetivos similares y verdadera visión de futuro.
¿Qué ocurrirá entonces?

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