domingo, 26 de enero de 2014

Rajoy y la infanta


Mariano Rajoy cumplimenta a la infanta
Hay cosas que un presidente podrá pensar, pero nunca manifestar. Me refiero a sus recientes declaraciones sobre la inocencia o culpabilidad de la infanta Cristina.
El otro día, en la entrevista realizada por Gloria Lomana, nuestro presidente Mariano Rajoy se descolgó con dos frases contundentes: «estoy absolutamente convencido de que a la Infanta le irá bien» y «estoy convencido de la inocencia de la Infanta».
Su absoluto convencimiento de un caso 'sub júdice ´, en el que de momento los indicios y evidencias son más que presunciones, vuelve a golpear sin contemplaciones la independencia judicial, pilar fundamental de un Estado de Derecho, occidental y moderno.
Hoy, en un magnífico artículo en El Mundo, Pedro J. Ramírez hace una exposición de los verdaderos intereses que han podido llevar al presidente, tan poco proclive a esa contundencia, a hacer dicha declaración.
También Ana Romero, corresponsal del mismo diario, en su artículo “La Infanta,  irrecuperable” insinúa que hasta el rey no lo tiene tan claro y busca culpables en el entorno más íntimo de los deslices de su hija menor.
Entramado del caso ´Noos´
Por su parte, el juez José Castro reprobó seriamente ayer a los técnicos de Hacienda y de la abogacía del Estado, preguntándoles que si aplican el mismo rasero al resto de contribuyentes, o sea a todos los españoles. Y es que el juego de palabras entre simulado y falso, calificativos con los que se quiere confundir a la opinión pública, no es de recibo. Yo más bien lo calificaría de resolución injusta, admitir como deducible una factura, falsa o simulada. Qué más da.
El juez Castro, instructor del caso
También el juez en algún momento se dirigió al fiscal Pedro Horrach, con la siguiente frase: «No me interprete». Y es que la labor de la fiscalía en este asunto, y en otros, está “creando escuela”.
Ahora bien, tras leer el artículo de Jesús Cacho en el diario digital “vozpopuli” uno empieza a tener las ideas más claras. Y es que Gallardón premiará a los fiscales con prórrogas hasta los 75 años.
Por eso yo hace unos meses me preguntaba si estábamos asistiendo a “un golpe de estado” de nuevo cuño, inédito, sin presencia de militares. Incruento pero no indoloro, por tanto.

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