Mariano Rajoy cumplimenta a la infanta |
El otro día,
en la entrevista realizada por Gloria Lomana, nuestro presidente Mariano Rajoy
se descolgó con dos frases contundentes: «estoy absolutamente convencido de que
a la Infanta le irá bien» y «estoy convencido de la inocencia de la Infanta».
Su
absoluto convencimiento de un caso 'sub júdice ´, en
el que de momento los indicios y evidencias son más que presunciones, vuelve a
golpear sin contemplaciones la independencia judicial, pilar fundamental de un
Estado de Derecho, occidental y moderno.
Hoy, en un
magnífico artículo en El Mundo, Pedro J. Ramírez hace una exposición de los
verdaderos intereses que han podido llevar al presidente, tan poco proclive a
esa contundencia, a hacer dicha declaración.
También Ana
Romero, corresponsal del mismo diario, en su artículo “La Infanta, irrecuperable” insinúa que hasta el rey no lo
tiene tan claro y busca culpables en el entorno más íntimo de los deslices de
su hija menor.
Entramado del caso ´Noos´ |
Por su
parte, el juez José Castro reprobó seriamente ayer a los técnicos de Hacienda y de
la abogacía del Estado, preguntándoles que si aplican el mismo rasero al resto
de contribuyentes, o sea a todos los españoles. Y es que el juego de palabras
entre simulado y falso, calificativos con los que se quiere confundir a la
opinión pública, no es de recibo. Yo más bien lo calificaría de resolución
injusta, admitir como deducible una factura, falsa o simulada. Qué más da.
El juez Castro, instructor del caso |
También
el juez en algún momento se dirigió al fiscal Pedro Horrach, con la siguiente
frase: «No me interprete». Y es que la labor de la fiscalía en este asunto, y
en otros, está “creando escuela”.
Ahora
bien, tras leer el artículo de Jesús Cacho en el diario digital “vozpopuli” uno
empieza a tener las ideas más claras. Y es que Gallardón premiará a los
fiscales con prórrogas hasta los 75 años.
Por eso
yo hace unos meses me preguntaba si estábamos asistiendo a “un golpe de estado”
de nuevo cuño, inédito, sin presencia de militares. Incruento pero no indoloro, por
tanto.
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