Desde hace unos meses el desaforado incremento de los precios ha alarmado a los bancos centrales como si de algo inesperado se tratase.
Evolución del IPC |
Más allá del encarecimiento de la energía derivada de la crisis entre Rusia y Ucrania, que sin duda ha servido de catalizador de esta reacción, para mí el verdadero motivo de la misma ha sido la ingente cantidad de dinero puesta en circulación por los bancos centrales a raíz de la crisis financiera de 2008. Una estrategia de política monetaria camuflada con el nombre de “Quantitative Easing” (QE) o flexibilización cuantitativa utilizada por los bancos comprando valores para reducir las tasas de interés, aumentar la oferta de dinero e impulsar los préstamos a consumidores y empresas. Estimulando así la actividad económica y manteniendo el flujo de crédito.
Evolución del tipo de interés |
Ahora se pretende, a la inversa, reducir la inflación encareciendo los tipos de interés para así encarecer los préstamos y restringir la demanda.
Si el verdadero problema es o ha sido la puesta en circulación de muchos billetes sin regulación ni reserva alguna, el hecho ahora de pretender que ese exceso de dinero adquiera valor solo por el incremento de los tipos de interés es otra entelequia.
Actualmente hay dos factores que desaconsejan subir los tipos:
1.- La ingente deuda pública de los estados que verá encarecida su adquisición y reposición, actuando directamente contra el déficit público, salvo que los recortes del gasto público que deberían de ser brutales compensen esta nueva situación.
Evolución deuda pública |
2.- Las hipotecas. Si tras la crisis de 2008, propiciada principalmente por la facilidad de obtener hipotecas por encima del valor razonable, con criterios laxos de solvencia, tipos de interés aceptables y plazos de amortización elevados, que así permitían acceder a la compra de una vivienda que había visto multiplicados sus precios por tres o por cuatro, en pocos años (2000-2007), ahora se pretende retomar al alza los tipos, por lo que muchos hipotecados verán seriamente mermada su capacidad de pago y las nuevas hipotecas se encarecerán de tal manera que harán aun más difícil la adquisición de una vivienda.
Evolución precio de la vivienda |
A todo esto hay que añadir que ese encarecimiento de los precios deberán de soportarlo los ciudadanos, ya que como es habitual los salarios no van ligados al incremento de IPC y por tanto se merma el poder adquisitivo de los mismos.
¿La solución?...muy difícil. Solo un pinchazo de esta nueva burbuja inmobiliaria, que no afectaría a los propietarios de primera y segunda vivienda para su uso, solo a efectos patrimoniales y no a todos, y sí a aquellos que han utilizado la inversión en vivienda como un medio de enriquecimiento rápido y rentable.
El capitalismo salvaje o neoliberalismo surgido a raíz de 1990 con el derrumbe de la Unión Soviética, no tiene entre sus prioridades disminuir la tasa de enriquecimiento, muy al contrario, la tiene de aumentarlo. Esto lo hemos podido ver tras la pandemia, aun no finalizada, donde muchas grandes compañías han visto mermados sus resultados, de forma que a la primera ocasión favorable han incrementado notablemente sus precios para resarcir sus anteriores malos ejercicios y poner también en valor el dinero, ya depreciado anteriormente.
Y este es el verdadero problema: la codicia humana ni tiene límites ni los pretende tener.
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