Hace unos días el ministro de Consumo, Alberto Garzón (La Rioja, 1985), de ideología comunista, arremetía contra las llamadas macrogranjas en una entrevista concedida al diario britanico The Guardian.
El ministro Garzón y la transcripción |
La polémica
declaración que posteriormente trató de enmendar dando a entender que se habían
sacado de contexto y facilitando la transcripción completa de su entrevista en inglés, no
hizo otra cosa que corroborar que había dicho lo que había dicho. Por mucho que
tratase de justificar con su apoyo a la ganadería extensiva, entendiendo por
tal la de pequeña escala, que se desarrolla en el entorno de fincas familiares y de poca producción.
Y es obvio que la comparación tenía ya "pólvora en su interior".
Hoy,
por mucho que nos pese, el elevado número habitantes de cualquier país del
mundo civilizado, necesita de procesos industrializados para que la carne,
alimento de primera necesidad, llegue a los hogares a unos precios admisibles
para nuestros salarios. Ya nos gustaría a todos poder comer jamón de Jabugo 5J
o ternera de La Finca, por poner dos ejemplos fáciles.
Algo
parecido ocurre con el pescado, la leche, los huevos o incluso el pan. La
producción artesana tiene precios prohibitivos para la gran mayoría de los
bolsillos.
Numerosos
cargos del PSOE, así como diversas asociaciones de ganaderos, han pedido el
cese del ministro. Y no es para menos.
El presidente Sánchez en la SER |
La única explicación que tiene es que desde la perspectiva comunista no se pueden ganar votos de los cuatro iletrados que les votan si no se arremete contra el núcleo de la economía, como ya hizo anteriormente con el turismo, que es la mayor fuente de ingresos de la economía española.
Hasta el
propio presidente del gobierno, Pedro Sánchez, en declaraciones hoy a la SER ha
lamentado mucho la polémica suscitada. Y no es para menos.
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