lunes, 3 de octubre de 2011

De puño y letra: ¡es la hora!

Hoy este “post” lo quiero escribir de puño y letra. Que los caracteres reflejen la verdad de mis sentimientos, de mí ánimo, de mí indignación, de mí ilusión, de mí pensamiento y de mis deseos.
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Vivimos una época convulsa, difícil. Que tendrá gran trascendencia en un futuro no muy lejano. Una época en la que se han traspasado, no una, sino varias líneas rojas.

En los últimos quince años hemos visto como unos poderes que estaban algo aletargados en el mundo occidental, han reaccionado con gran virulencia y efectividad para demostrar que el dinero es el verdadero dueño y motor del mundo. Que sin su condescendencia y rentabilidad, no puede haber un crecimiento y una mejora del bienestar, como por desgracia no la hay en muchos países que teniendo  las condiciones naturales para su desarrollo, siguen inmersos en la miseria y el abandono.

Esta “guerra” silenciosa y sórdida, se lleva a cabo sin armas ni belicismos- con alguna excepción- pero no por ello sin víctimas. El dinero y sólo el dinero, es suficiente para que muchos seres humanos nos asustemos ante la situación actual y lo que es peor, ante el futuro incierto que nos espera. Parece como si estos poderosos individuos, hubieran dicho basta al progreso y las mejoras sociales, para retroceder en el tiempo a la época del feudalismo, donde estaban claros los papeles en la sociedad: señores y vasallos.

Las clases medias, forjadas en los últimos 60 ó 70 años, empiezan a ser molestas. Piensan por si solas y además son reivindicativas. Ya no se dejan llevar tan fácilmente por el cacique de turno. Y lo que es peor, sus hijos y nietos, crecidos en la libertad, el bienestar  y el progreso, se ven menos sometidos a estas clases poderosas de la oligarquía, la desigualdad, la petulancia y la insolidaridad. El conocimiento y la cultura se han convertido en el enemigo a batir, ante la amenaza que supone para el “status quo” de estos individuos.

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Los gobiernos, no gobiernan. Están pendientes de las consignas que reciben, para sobre todo, mantener la paz social. Y esto, ni puede ni debe de ser así. Unos pocos miles, no van ni pueden someter a tantos millones. Es necesario ya reinventar el orden actual y crear un nuevo orden, donde el esfuerzo, la capacidad, el trabajo y el espíritu de sacrificio, sean los únicos elementos diferenciales entre los seres humanos que gozan de buena salud.

Es la hora de decir basta, de ayudarnos y ayudar también a esos pueblos que llevan siglos viviendo en la pobreza más mísera. Es la hora de que todos, desde nuestra insignificante aportación, hagamos algo para cambiar el orden actual. ¡Es la hora!

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